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The Project Gutenberg EBook of La vida de Lazarillo de tormes y de sus
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fortunas y adversidades, by Unknown
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This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
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almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
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re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
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with this eBook or online at www.gutenberg.org
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Title: La vida de Lazarillo de tormes y de sus fortunas y adversidades
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Author: Unknown
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Posting Date: March 18, 2012 [EBook #320]
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Release Date: September, 1995
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Language: Spanish
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*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA VIDA DE LAZARILLO DE ***
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Produced by an anonymous Project Gutenberg volunteer.
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Also known as "Lazarillo de Tormes" or
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"La vida de Lazarillo de tormes y de sus fortunas y
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adversidades"
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A picaresque romance (1554) of unknown authorship.
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LA VIDA DE LAZARILLO DE TORMES Y DE SUS FORTUNAS Y ADVERSIDADES
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Autor desconocido.
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Edición de Burgos, 1554.
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{Interpolaciones de la edición de Alcalá}
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_cursiva_
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Prólogo
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Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni
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vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura
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del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le
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agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite; y a este propósito
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dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna
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cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno
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no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de
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algunos, que de otros no lo son. Y esto, para ninguna cosa se debría
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romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se
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comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar della
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algún fruto; porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno
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solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser
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recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras, y si
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hay de qué, se las alaben; y a este propósito dice Tulio: "La honra
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cría las artes." ¿Quién piensa que el soldado que es primero del
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escala, tiene más aborrecido el vivir? No, por cierto; mas el deseo de
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alabanza le hace ponerse en peligro; y así, en las artes y letras es lo
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mesmo. Predica muy bien el presentado, y es hombre que desea mucho el
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provecho de las ánimas; mas pregunten a su merced si le pesa cuando le
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dicen: "¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia!"
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Justó muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al
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truhán, porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas. ¿Qué
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hiciera si fuera verdad?
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Y todo va desta manera: que confesando yo no ser más santo que mis
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vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesará
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que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún
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gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros
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y adversidades.
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Suplico a vuestra M. reciba el pobre servicio de mano de quien lo
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hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues V.M.
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escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, parecióme no
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tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera
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noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron
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nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos
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parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza
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y maña remando, salieron a buen puerto.
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Tratado Primero
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Cuenta Lázaro su vida, y cuyo hijo fue
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Pues sepa V.M. ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo
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de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de
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Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa
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tomé el sobrenombre, y fue desta manera. Mi padre, que Dios perdone,
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tenía cargo de proveer una molienda de una aceña, que está ribera de
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aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y estando mi
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madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme
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allí: de manera que con verdad puedo decir nacido en el río. Pues
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siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal
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hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo que fue
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preso, y confesó y no negó y padeció persecución por justicia. Espero
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en Dios que está en la Gloria, pues el Evangelio los llama
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bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros,
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entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el
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desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que allá fue,
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y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
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Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó
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arrimarse a los buenos por ser uno dellos, y vínose a vivir a la
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ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos
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estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del
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Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las
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caballerizas. Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias
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curaban, vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a
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nuestra casa, y se iba a la mañana; otras veces de día llegaba a la
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puerta, en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo al
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principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el
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color y mal gesto que tenía; mas de que vi que con su venida mejoraba
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el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de
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carne, y en el invierno leños, a que nos calentábamos. De manera que,
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continuando con la posada y conversación, mi madre vino a darme un
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negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y
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acuérdome que, estando el negro de mi padre trebejando con el mozuelo,
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como el niño vía a mi madre y a mí blancos, y a él no, huía dél con
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miedo para mi madre, y señalando con el dedo decía: "¡Madre, coco!".
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Respondió él riendo: "¡Hideputa!"
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Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije
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entre mí:
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"¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven
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a sí mesmos!"
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Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se
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llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y hecha pesquisa, hallóse que la
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mitad por medio de la cebada, que para las bestias le daban, hurtaba, y
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salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y sábanas de los
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caballos hacía perdidas, y cuando otra cosa no tenía, las bestias
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desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi
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hermanico. No nos maravillemos de un clérigo ni fraile, porque el uno
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hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de
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otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto. Y
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probósele cuanto digo y aun más, porque a mí con amenazas me
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preguntaban, y como niño respondía, y descubría cuanto sabía con miedo,
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hasta ciertas herraduras que pormandado de mi madre a un herrero vendí.
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Al triste de mi padrastro azotaron y pringaron, y a mi madre pusieron
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pena por justicia, sobre el acostumbrado centenario, que en casa del
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sobredicho Comendador no entrase, ni al lastimado Zaide en la suya
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acogiese.
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Por no echar la soga tras el caldero, la triste se esforzó y cumplió la
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sentencia; y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas, se fue a
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servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana; y allí,
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padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que
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supo andar, y a mí hasta ser buen mozuelo, que iba a los huéspedes por
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vino y candelas y por lo demás que me mandaban.
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En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole
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que yo sería para adestralle, me pidió a mi madre, y ella me encomendó
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a él, diciéndole como era hijo de un buen hombre, el cual por ensalzar
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la fe había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no
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saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y
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mirase por mí, pues era huérfano. Él le respondió que así lo haría, y
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que me recibía no por mozo sino por hijo. Y así le comencé a servir y
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adestrar a mi nuevo y viejo amo.
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Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no
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era la ganancia a su contento, determinó irse de allí; y cuando nos
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hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dio su
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bendición y dijo:
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"Hijo, ya sé que no te veré más. Procura ser bueno, y Dios te guíe.
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Criado te he y con buen amo te he puesto. Válete por ti."
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Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba. Salimos de Salamanca,
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y llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra,
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que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del
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animal, y allí puesto, me dijo:
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"Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro dél."
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Yo simplemente llegué, creyendo ser ansí; y como sintió que tenía la
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cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran
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calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor
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de la cornada, y díjome:
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"Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el
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diablo", y rió mucho la burla.
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Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como
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niño dormido estaba. Dije entre mí:
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"Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy,
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y pensar cómo me sepa valer."
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Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza, y
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como me viese de buen ingenio, holgábase mucho, y decía:
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"Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir muchos te
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mostraré."
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Y fue ansí, que después de Dios éste me dio la vida, y siendo ciego me
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alumbró y adestró en la carrera de vivir. Huelgo de contar a V.M. estas
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niñerías para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir siendo
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bajos, y dejarse bajar siendo altos cuánto vicio.
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Pues tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, V.M. sepa que
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desde que Dios crió el mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. En su
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oficio era un águila; ciento y tantas oraciones sabía de coro: un tono
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bajo, reposado y muy sonable que hacía resonar la iglesia donde rezaba,
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un rostro humilde y devoto que con muy buen continente ponía cuando
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rezaba, sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos, como otros suelen
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hacer. Allende desto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el
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dinero. Decía saber oraciones para muchos y diversos efectos: para
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mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las que eran
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malcasadas, que sus maridos las quisiesen bien; echaba pronósticos a
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las preñadas, si traía hijo o hija. Pues en caso de medicina, decía que
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Galeno no supo la mitad que él para muela, desmayos, males de madre.
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Finalmente, nadie le decía padecer alguna pasión, que luego no le
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decía: "Haced esto, hareís estotro, cosed tal yerba, tomad tal raíz."
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Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que
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cuanto les decían creían. Destas sacaba él grandes provechos con las
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artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año.
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Mas también quiero que sepa vuestra merced que, con todo lo que
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adquiría, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi, tanto que me
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mataba a mí de hambre, y así no me demediaba de lo necesario. Digo
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verdad: si con mi sotileza y buenas mañas no me supiera remediar,
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muchas veces me finara de hambre; mas con todo su saber y aviso le
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contaminaba de tal suerte que siempre, o las más veces, me cabía lo más
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y mejor. Para esto le hacía burlas endiabladas, de las cuales contaré
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algunas, aunque no todas a mi salvo.
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Él traía el pan y todas las otras cosas en un fardel de lienzo que por
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la boca se cerraba con una argolla de hierro y su candado y su llave, y
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al meter de todas las cosas y sacallas, era con tan gran vigilancia y
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tanto por contadero, que no bastaba hombre en todo el mundo hacerle
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menos una migaja; mas yo tomaba aquella laceria que él me daba, la cual
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en menos de dos bocados era despachada. Después que cerraba el candado
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y se descuidaba pensando que yo estaba entendiendo en otras cosas, por
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un poco de costura, que muchas veces del un lado del fardel descosía y
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tornaba a coser, sangraba el avariento fardel, sacando no por tasa pan,
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mas buenos pedazos, torreznos y longaniza; y ansí buscaba conveniente
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tiempo para rehacer, no la chaza, sino la endiablada falta que el mal
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ciego me faltaba. Todo lo que podía sisar y hurtar, traía en medias
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blancas; y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, como él carecía
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de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la
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tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él
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echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo
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precio. Quejábaseme el mal ciego, porque al tiento luego conocía y
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sentía que no era blanca entera, y decía:
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"¿Qué diablo es esto, que después que conmigo estás no me dan sino
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medias blancas, y de antes una blanca y un maravedí hartas veces me
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pagaban? En ti debe estar esta desdicha."
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También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa,
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porque me tenía mandado que en yéndose el que la mandaba rezar, le
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tirase por el cabo del capuz. Yo así lo hacía. Luego él tornaba a dar
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voces, diciendo: "¿Mandan rezar tal y tal oración?", como suelen decir.
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Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino cuando comíamos, y yo muy de
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presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar.
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|
Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su
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|
vino a salvo nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el
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asa asido; mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con
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|
una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual
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|
metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas
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|
noches. Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y
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||
|
|
dende en adelante mudó propósito, y asentaba su jarro entre las
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||
|
|
piernas, y atapábale con la mano, y ansí bebía seguro. Yo, como estaba
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||
|
|
hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no
|
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|
|
me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una
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|
|
fuentecilla y agujero sotil, y delicadamente con una muy delgada
|
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|
|
tortilla de cera taparlo, y al tiempo de comer, fingiendo haber frío,
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|
entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la
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||
|
|
pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor della luego derretida la
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|
cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destillarme en la
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|
|
boca, la cual yo de tal manera ponía que maldita la gota se perdía.
|
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|
|
Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada: espantábase, maldecía,
|
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|
daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
|
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|
||
|
|
"No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-, pues no le quitáis de la
|
||
|
|
mano."
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|
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|
|
Tantas vueltas y tiento dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la
|
||
|
|
burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido, y luego otro
|
||
|
|
día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando en el daño
|
||
|
|
que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como
|
||
|
|
solía, estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia
|
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|
el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor,
|
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|
sintió el desesperado ciego que agora tenía tiempo de tomar de mí
|
||
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|
venganza y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y
|
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|
|
amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con
|
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|
|
todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada desto se
|
||
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|
guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso,
|
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|
verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me
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había caído encima. Fué tal el golpecillo, que me desatinó y sacó de
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sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos dél se me metieron
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por la cara, rompiéndomela por muchas partes, y me quebró los dientes,
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sin los cuales hasta hoy día me quedé.
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Desde aquella hora quise mal al mal ciego, y aunque me quería y
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regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo.
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Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había
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hecho, y sonriéndose decía: "¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó
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te sana y da salud", y otros donaires que a mi
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gusto no lo eran.
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Ya que estuve medio bueno de mi negra trepa y cardenales, considerando
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que a pocos golpes tales el cruel ciego ahorraría de mí, quise yo
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ahorrar dél; mas no lo hice tan presto por hacello más a mi salvo y
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provecho. Y aunque yo quisiera asentar mi corazón y perdonalle el
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jarrazo, no daba lugar el maltratamiento que el mal ciego dende allí
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adelante me hacía, que sin causa ni razón me hería, dándome coxcorrones
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y repelándome. Y si alguno le decía por qué me trataba tan mal, luego
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contaba el cuento del jarro, diciendo:
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"¿Pensaréis que este mi mozo es algún inocente? Pues oíd si el demonio
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ensayara otra tal hazaña."
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Santiguándose los que lo oían, decían: "¡Mirá, quién pensara de un
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muchacho tan pequeño tal ruindad!", y reían mucho el artificio, y
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decíanle: "Castigaldo, castigaldo, que de Dios lo habréis."
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Y él con aquello nunca otra cosa hacía. Y en esto yo siempre le llevaba
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por los peores caminos, y adrede, por le hacer mal y daño: si había
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piedras, por ellas, si lodo, por lo más alto; que aunque yo no iba por
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lo más enjuto, holgábame a mí de quebrar un ojo por quebrar dos al que
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ninguno tenía. Con esto siempre con el cabo alto del tiento me atentaba
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el colodrillo, el cual siempre traía lleno de tolondrones y pelado de
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sus manos; y aunque yo juraba no lo hacer con malicia, sino por no
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hallar mejor camino, no me aprovechaba ni me creía más: tal era el
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sentido y el grandísimo entendimiento del traidor.
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Y porque vea V.M. a cuánto se estendía el ingenio deste astuto ciego,
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contaré un caso de muchos que con él me acaecieron, en el cual me
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parece dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de
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Salamanca, su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la
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gente más rica, aunque no muy limosnera. Arrimábase a este refrán: "Más
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da el duro que el desnudo." Y venimos a este camino por los mejores
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lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia, deteníamonos; donde
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no, a tercero día hacíamos Sant Juan.
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Acaeció que llegando a un lugar que llaman Almorox, al tiempo que
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cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo dellas en limosna, y
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como suelen ir los cestos maltratados y también porque la uva en aquel
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tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo en la mano; para
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echarlo en el fardel tornábase mosto, y lo que a él se llegaba. Acordó
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de hacer un banquete, ansí por no lo poder llevar como por contentarme,
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que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en
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un valladar y dijo:
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"Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos
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comamos este racimo de uvas, y que hayas dél tanta parte como yo.
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Partillo hemos desta manera:
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tú picarás una vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez
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más de una uva, yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y desta suerte
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no habrá engaño."
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Hecho ansí el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance; el
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traidor mudó de propósito y comenzó a tomar de dos en dos, considerando
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que yo debría hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me
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contenté ir a la par con él, mas aun pasaba adelante: dos a dos, y tres
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a tres, y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con
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el escobajo en la mano y meneando la cabeza dijo:
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"Lázaro, engañado me has: juraré yo a Dios que has tú comido las uvas
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tres a tres."
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"No comí -dije yo- mas ¿por qué sospecháis eso?"
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Respondió el sagacísimo ciego:
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"¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a
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dos y callabas."{, a lo cual yo no respondí. Yendo que íbamos ansí por
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debajo de unos soportales en Escalona, adonde a la sazón estábamos en
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casa de un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que de esparto se
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hacen, y parte dellas dieron a mi amo en la cabeza; el cual, alzando la
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mano, tocó en ellas, y viendo lo que era díjome:
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"Anda presto, mochacho; salgamos de entre tan mal manjar, que ahoga sin
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comerlo."
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Yo, que bien descuidado iba de aquello, miré lo que era, y como no vi
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sino sogas y cinchas, que no era cosa de comer, díjele:
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"Tío, ¿por qué decís eso?"
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Respondióme:
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"Calla, sobrino; según las mañas que llevas, lo sabrás y verás como
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digo verdad."
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Y ansí pasamos adelante por el mismo portal y llegamos a un mesón, a la
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puerta del cual había muchos cuernos en la pared, donde ataban los
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recueros sus bestias. Y como iba tentando si era allí el mesón, adonde
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él rezaba cada día por la mesonera la oración de la emparedada, asió de
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un cuerno, y con un gran sospiro dijo:
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"¡O mala cosa, peor que tienes la hechura! ¡De cuántos eres deseado
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poner tu nombre sobre cabeza ajena y de cuán pocos tenerte ni aun oír
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tu nombre, por ninguna vía!"
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Como le oí lo que decía, dije:
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"Tío, ¿qué es eso que decís?"
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"Calla, sobrino, que algún día te dará éste, que en la mano tengo,
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alguna mala comida y cena."
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"No le comeré yo -dije- y no me la dará."
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"Yo te digo verdad; si no, verlo has, si vives."
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Y ansí pasamos adelante hasta la puerta del mesón, adonde pluguiere a
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Dios nunca allá llegáramos, según lo que me sucedía en él.
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Era todo lo más que rezaba por mesoneras y por bodegoneras y turroneras
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y rameras y ansí por semejantes mujercillas, que por hombre casi nunca
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le vi decir oración.}
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Reíme entre mí, y aunque mochacho noté mucho la discreta consideración
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del ciego.
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Mas por no ser prolijo dejo de contar muchas cosas, así graciosas como
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de notar, que con este mi primer amo me acaecieron, y quiero decir el
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despidiente y con él acabar.
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Estábamos en Escalona, villa del duque della, en un mesón, y dióme un
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pedazo de longaniza que la asase. Ya que la longaniza había pringado y
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|
|
comídose las pringadas, sacó un maravedí de la bolsa y mandó que fuese
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|
por él de vino a la taberna. Púsome el demonio el aparejo delante los
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|
ojos, el cual, como suelen decir, hace al ladrón, y fue que había cabe
|
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|
el fuego un nabo pequeño, larguillo y ruinoso, y tal que, por no ser
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|
para la olla, debió ser echado allí. Y como al presente nadie estuviese
|
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|
sino él y yo solos, como me vi con apetito goloso, habiéndome puesto
|
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|
dentro el sabroso olor de la longaniza, del cual solamente sabía que
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||
|
|
había de gozar, no mirando qué me podría suceder, pospuesto todo el
|
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|
temor por cumplir con el deseo, en tanto que el ciego sacaba de la
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|
|
bolsa el dinero, saqué la longaniza y muy presto metí el sobredicho
|
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nabo en el asador, el cual mi amo, dándome el dinero para el vino, tomó
|
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|
y comenzó a dar vueltas al fuego, queriendo asar al que de ser cocido
|
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|
por sus deméritos había escapado.
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Yo fui por el vino, con el cual no tardé en despachar la longaniza, y
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cuando vine hallé al pecador del ciego que tenía entre dos rebanadas
|
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apretado el nabo, al cual aún no había conocido por no lo haber tentado
|
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con la mano. Como tomase las rebanadas y mordiese en ellas pensando
|
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|
también llevar parte de la longaniza, hallóse en frío con el frío nabo.
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|
Alteróse y dijo:
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"¿Qué es esto, Lazarillo?"
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"¡Lacerado de mí! -dije yo-. ¿Si queréis a mí échar algo? ¿Yo no vengo
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|
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de traer el vino? Alguno estaba ahí, y por burlar haría esto."
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"No, no -dijo él-, que yo no he dejado el asador de la mano; no es
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posible "
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Yo torné a jurar y perjurar que estaba libre de aquel trueco y cambio;
|
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|
|
mas poco me aprovechó, pues a las astucias del maldito ciego nada se le
|
||
|
|
escondía. Levantóse y asióme por la cabeza, y llegóse a olerme; y como
|
||
|
|
debió sentir el huelgo, a uso de buen podenco, por mejor satisfacerse
|
||
|
|
de la verdad, y con la gran agonía que llevaba, asiéndome con las
|
||
|
|
manos, abríame la boca más de su derecho y desatentadamente metía la
|
||
|
|
nariz, la cual él tenía luenga y afilada, y a aquella sazón con el
|
||
|
|
enojo se habían augmentado un palmo, con el pico de la cual me llegó a
|
||
|
|
la gulilla. Y con esto y con el gran miedo que tenía, y con la brevedad
|
||
|
|
del tiempo, la negra longaniza aún no había hecho asiento en el
|
||
|
|
estómago, y lo más principal, con el destiento de la cumplidísima nariz
|
||
|
|
medio cuasi ahogándome, todas estas cosas se juntaron y fueron causa
|
||
|
|
que el hecho y golosina se manifestase y lo suyo fuese devuelto a su
|
||
|
|
dueño: de manera que antes que el mal ciego sacase de mi boca su
|
||
|
|
trompa, tal alteración sintió mi estómago que le dio con el hurto en
|
||
|
|
ella, de suerte que su nariz y la negra malmaxcada longaniza a un
|
||
|
|
tiempo salieron de mi boca.
|
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|
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|
||
|
|
¡Oh, gran Dios, quién estuviera aquella hora sepultado, que muerto ya
|
||
|
|
lo estaba! Fue tal el coraje del perverso ciego que, si al ruido no
|
||
|
|
acudieran, pienso no me dejara con la vida. Sacáronme de entre sus
|
||
|
|
manos, dejándoselas llenas de aquellos pocos cabellos que tenía,
|
||
|
|
arañada la cara y rascuñado el pescuezo y la garganta; y esto bien lo
|
||
|
|
merecía, pues por su maldad me venían tantas persecuciones.
|
||
|
|
|
||
|
|
Contaba el mal ciego a todos cuantos allí se allegaban mis desastres, y
|
||
|
|
dábales cuenta una y otra vez, así de la del jarro como de la del
|
||
|
|
racimo, y agora de lo presente. Era la risa de todos tan grande que
|
||
|
|
toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; mas con
|
||
|
|
tanta gracia y donaire recontaba el ciego mis hazañas que, aunque yo
|
||
|
|
estaba tan maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia en
|
||
|
|
no se las reír.
|
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|
|
|
||
|
|
Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vino una cobardía y flojedad
|
||
|
|
que hice, por que me maldecía, y fue no dejalle sin narices, pues tan
|
||
|
|
buen tiempo tuve para ello que la meitad del camino estaba andado; que
|
||
|
|
con sólo apretar los dientes se me quedaran en casa, y con ser de aquel
|
||
|
|
malvado, por ventura lo retuviera mejor mi estómago que retuvo la
|
||
|
|
longaniza, y no pareciendo ellas pudiera negar la demanda. Pluguiera a
|
||
|
|
Dios que lo hubiera hecho, que eso fuera así que así. Hiciéronnos
|
||
|
|
amigos la mesonera y los que allí estaban, y con el vino que para beber
|
||
|
|
le había traído, laváronme la cara y la garganta, sobre lo cual
|
||
|
|
discantaba el mal ciego donaires, diciendo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Por verdad, más vino me gasta este mozo en lavatorios al cabo del año
|
||
|
|
que yo bebo en dos. A lo menos, Lázaro, eres en más cargo al vino que a
|
||
|
|
tu padre, porque él una vez te engendró, mas el vino mil te ha dado la
|
||
|
|
vida."
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|
Y luego contaba cuántas veces me había descalabrado y harpado la cara,
|
||
|
|
y con vino luego sanaba.
|
||
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||
|
|
"Yo te digo -dijo- que si un hombre en el mundo ha de ser
|
||
|
|
bienaventurado con vino, que serás tú."
|
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|
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|
|
Y reían mucho los que me lavaban con esto, aunque yo renegaba. Mas el
|
||
|
|
pronóstico del ciego no salió mentiroso, y después acá muchas veces me
|
||
|
|
acuerdo de aquel hombre, que sin duda debía tener spíritu de profecía,
|
||
|
|
y me pesa de los sinsabores que le hice, aunque bien se lo pagué,
|
||
|
|
considerando lo que aquel día me dijo salirme tan verdadero como
|
||
|
|
adelante V.M. oirá.
|
||
|
|
|
||
|
|
Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de
|
||
|
|
todo en todo dejalle, y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad,
|
||
|
|
con este postrer juego que me hizo afirmélo más. Y fue ansí, que luego
|
||
|
|
otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la
|
||
|
|
noche antes; y porque el día también llovía, y andaba rezando debajo de
|
||
|
|
unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos; mas como
|
||
|
|
la noche se venía y el llover no cesaba, dijóme el ciego:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más
|
||
|
|
recia. Acojámonos a la posada con tiempo."
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||
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||
|
|
Para ir allá, habíamos de pasar un arroyo que con la mucha agua iba
|
||
|
|
grande. Yo le dije:
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|
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|
|
"Tío, el arroyo va muy ancho; mas si queréis, yo veo por donde
|
||
|
|
travesemos más aína sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y
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||
|
|
saltando pasaremos a pie enjuto."
|
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|
Parecióle buen consejo y dijo:
|
||
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|
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|
"Discreto eres; por esto te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el
|
||
|
|
arroyo se ensangosta, que agora es invierno y sabe mal el agua, y más
|
||
|
|
llevar los pies mojados."
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|
||
|
|
Yo, que vi el aparejo a mi deseo, saquéle debajo de los portales, y
|
||
|
|
llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba,
|
||
|
|
sobre la cual y sobre otros cargaban saledizos de aquellas casas, y
|
||
|
|
dígole:
|
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|
|
"Tio, éste es el paso más angosto que en el arroyo hay."
|
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|
Como llovía recio, y el triste se mojaba, y con la priesa que
|
||
|
|
llevábamos de salir del agua que encima de nos caía, y lo más
|
||
|
|
principal, porque Dios le cegó aquella hora el entendimiento (fue por
|
||
|
|
darme dél venganza), creyóse de mí y dijo:
|
||
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||
|
|
"Ponme bien derecho, y salta tú el arroyo."
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||
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||
|
|
Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome
|
||
|
|
detrás del poste como quien espera tope de toro, y díjele:
|
||
|
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||
|
|
"¡Sus! Saltá todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua."
|
||
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|
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||
|
|
Aun apenas lo había acabado de decir cuando se abalanza el pobre ciego
|
||
|
|
como cabrón, y de toda su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la
|
||
|
|
corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que
|
||
|
|
sonó tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayó luego para
|
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|
|
atrás, medio muerto y hendida la cabeza.
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|
|
"¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Olé! ¡Olé! -le dije yo.
|
||
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||
|
|
Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la
|
||
|
|
puerta de la villa en los pies de un trote, y antes que la noche
|
||
|
|
viniese di conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo, ni
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|
|
curé de lo saber.
|
||
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|
Tratado Segundo
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|
Cómo Lázaro se asentó con un clérigo, y de las cosas que con él pasó
|
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|
|
Otro día, no pareciéndome estar allí seguro, fuime a un lugar que
|
||
|
|
llaman Maqueda, adonde me toparon mis pecados con un clérigo que,
|
||
|
|
llegando a pedir limosna, me preguntó si sabía ayudar a misa. Yo dije
|
||
|
|
que sí, como era verdad; que, aunque maltratado, mil cosas buenas me
|
||
|
|
mostró el pecador del ciego, y una dellas fue ésta. Finalmente, el
|
||
|
|
clérigo me recibió por suyo. Escapé del trueno y di en el relámpago,
|
||
|
|
porque era el ciego para con éste un Alejandro Magno, con ser la mesma
|
||
|
|
avaricia, como he contado. No digo más sino que toda la laceria del
|
||
|
|
mundo estaba encerrada en éste. No sé si de su cosecha era, o lo había
|
||
|
|
anexado con el hábito de clerecía.
|
||
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|
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|
|
Él tenía un arcaz viejo y cerrado con su llave, la cual traía atada con
|
||
|
|
un agujeta del paletoque, y en viniendo el bodigo de la iglesia, por su
|
||
|
|
mano era luego allí lanzado, y tornada a cerrar el arca. Y en toda la
|
||
|
|
casa no había ninguna cosa de comer, como suele estar en otras: algún
|
||
|
|
tocino colgado al humero, algún queso puesto en alguna tabla o en el
|
||
|
|
armario, algún canastillo con algunos pedazos de pan que de la mesa
|
||
|
|
sobran; que me parece a mí que aunque dello no me aprovechara, con la
|
||
|
|
vista dello me consolara. Solamente había una horca de cebollas, y tras
|
||
|
|
la llave en una cámara en lo alto de la casa. Destas tenía yo de ración
|
||
|
|
una para cada cuatro días; y cuando le pedía la llave para ir por ella,
|
||
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si alguno estaba presente, echaba mano al falsopecto y con gran
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continencia la desataba y me la daba diciendo: "Toma, y vuélvela luego,
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y no hagáis sino golosinar", como si debajo della estuvieran todas las
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conservas de Valencia, con no haber en la dicha cámara, como dije,
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maldita la otra cosa que las cebollas colgadas de un clavo, las cuales
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él tenía tan bien por cuenta, que si por malos de mis pecados me
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desmandara a más de mi tasa, me costara caro. Finalmente, yo me finaba
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de hambre. Pues, ya que conmigo tenía poca caridad, consigo usaba más.
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Cinco blancas de carne era su ordinario para comer y cenar. Verdad es
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que partía comigo del caldo, que de la carne, ¡tan blanco el ojo!, sino
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un poco de pan, y ¡pluguiera a Dios que me demediara! Los sábados
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cómense en esta tierra cabezas de carnero, y enviábame por una que
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costaba tres maravedís. Aquélla le cocía y comía los ojos y la lengua y
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el cogote y sesos y la carne que en las quijadas tenía, y dábame todos
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los huesos roídos, y dábamelos en el plato, diciendo:
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"Toma, come, triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el
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Papa."
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"¡Tal te la dé Dios!", decía yo paso entre mí.
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A cabo de tres semanas que estuve con él, vine a tanta flaqueza que no
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me podía tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente ir a la
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sepultura, si Dios y mi saber no me remediaran. Para usar de mis mañas
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no tenía aparejo, por no tener en qué dalle salto; y aunque algo
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hubiera, no podia cegalle, como hacía al que Dios perdone, si de
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aquella calabazada feneció, que todavía, aunque astuto, con faltalle
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aquel preciado sentido no me sentía; más estotro, ninguno hay que tan
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aguda vista tuviese como él tenía. Cuando al ofertorio estábamos,
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ninguna blanca en la concha caía que no era dél registrada: el un ojo
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tenía en la gente y el otro en mis manos. Bailábanle los ojos en el
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caxco como si fueran de azogue. Cuantas blancas ofrecían tenía por
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cuenta; y acabado el ofrecer, luego me quitaba la concheta y la ponía
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sobre el altar. No era yo señor de asirle una blanca todo el tiempo que
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con él veví o, por mejor decir, morí. De la taberna nunca le traje una
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blanca de vino, mas aquel poco que de la ofrenda había metido en su
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arcaz compasaba de tal forma que le turaba toda la semana, y por
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ocultar su gran mezquindad decíame:
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"Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y
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beber, y por esto yo no me desmando como otros."
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Mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que
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rezamos, a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador. Y
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porque dije de mortuorios, Dios me perdone, que jamás fui enemigo de la
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naturaleza humana sino entonces, y esto era porque comíamos bien y me
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hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo. Y
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cuando dábamos sacramento a los enfermos, especialmente la extrema
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unción, como manda el clérigo rezar a los que están allí, yo cierto no
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era el postrero de la oracion, y con todo mi corazón y buena voluntad
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rogaba al Señor, no que la echase a la parte que más servido fuese,
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como se suele decir, mas que le llevase de aqueste mundo. Y cuando
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alguno de éstos escapaba, ¡Dios me lo perdone!, que mil veces le daba
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al diablo, y el que se moría otras tantas bendiciones llevaba de mí
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dichas. Porque en todo el tiempo que allí estuve, que sería cuasi seis
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meses, solas veinte personas fallecieron, y éstas bien creo que las
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maté yo o, por mejor decir, murieron a mi recuesta; porque viendo el
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Señor mi rabiosa y continua muerte, pienso que holgaba de matarlos por
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darme a mí vida. Mas de lo que al presente padecía, remedio no hallaba,
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que si el día que enterrábamos yo vivía, los días que no había muerto,
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por quedar bien vezado de la hartura, tornando a mi cuotidiana hambre,
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más lo sentía. De manera que en nada hallaba descanso, salvo en la
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muerte, que yo también para mí como para los otros deseaba algunas
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veces; mas no la vía, aunque estaba siempre en mí.
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|
Pensé muchas veces irme de aquel mezquino amo, mas por dos cosas lo
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dejaba: la primera, por no me atrever a mis piernas, por temer de la
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flaqueza que de pura hambre me venía; y la otra, consideraba y decia:
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"Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre y,
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|
dejándole, topé con estotro, que me tiene ya con ella en la sepultura.
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|
Pues si deste desisto y doy en otro más bajo, ¿qué será sino fenecer?"
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Con esto no me osaba menear, porque tenía por fe que todos los grados
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había de hallar más ruines; y a abajar otro punto, no sonara Lázaro ni
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se oyera en el mundo.
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Pues, estando en tal aflición, cual plega al Señor librar della a todo
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fiel cristiano, y sin saber darme consejo, viéndome ir de mal en peor,
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un día que el cuitado ruin y lacerado de mi amo había ido fuera del
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lugar, llegóse acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue
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ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito. Preguntóme si
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|
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tenía algo que adobar.
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"En mí teníades bien que hacer, y no haríades poco si me remediásedes",
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dije paso, que no me oyó; mas como no era tiempo de gastarlo en decir
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|
gracias, alumbrado por el Spíritu Santo, le dije:
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"Tio, una llave de este arca he perdido, y temo mi señor me azote. Por
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vuestra vida, veáis si en ésas que traéis hay alguna que le haga, que
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yo os lo pagaré."
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Comenzó a probar el angélico caldedero una y otra de un gran sartal que
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dellas traía, y yo ayudalle con mis flacas oraciones. Cuando no me
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cato, veo en figura de panes, como dicen, la cara de Dios dentro del
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arcaz; y, abierto, díjele:
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"Yo no tengo dineros que os dar por la llave, mas tomad de ahí el
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pago."
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Él tomó un bodigo de aquéllos, el que mejor le pareció, y dándome mi
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llave se fue muy contento, dejándome más a mí. Mas no toqué en nada por
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el presente, porque no fuese la falta sentida, y aun, porque me vi de
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|
tanto bien señor, parecióme que la hambre no se me osaba allegar. Vino
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el mísero de mi amo, y quiso Dios no miró en la oblada que el ángel
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había llevado.
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|
Y otro día, en saliendo de casa, abro mi paraíso panal, y tomo entre
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las manos y dientes un bodigo, y en dos credos le hice invisible, no se
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|
me olvidando el arca abierta; y comienzo a barrer la casa con mucha
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alegría, pareciéndome con aquel remedio remediar dende en adelante la
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triste vida. Y así estuve con ello aquel día y otro gozoso. Mas no
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estaba en mi dicha que me durase mucho aquel descanso, porque luego al
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tercero día me vino la terciana derecha, y fue que veo a deshora al que
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me mataba de hambre sobre nuestro arcaz volviendo y revolviendo,
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|
contando y tornando a contar los panes.
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Yo disimulaba, y en mi secreta oración y devociones y plegarias decía:
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|
"¡Sant Juan y ciégale!"
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|
Después que estuvo un gran rato echando la cuenta, por días y dedos
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contando, dijo:
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"Si no tuviera a tan buen recaudo esta arca, yo dijera que me habían
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tomado della panes; pero de hoy más, sólo por cerrar la puerta a la
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sospecha, quiero tener buena cuenta con ellos: nueve quedan y un
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pedazo."
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"¡Nuevas malas te dé Dios!", dijo yo entre mí.
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Parecióme con lo que dijo pasarme el corazón con saeta de montero, y
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|
comenzóme el estómago a escarbar de hambre, viéndose puesto en la dieta
|
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|
|
pasada. Fue fuera de casa; yo, por consolarme, abro el arca, y como vi
|
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|
|
el pan, comencélo de adorar, no osando recebillo. Contélos, si a dicha
|
||
|
|
el lacerado se errara, y hallé su cuenta más verdadera que yo quisiera.
|
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|
Lo más que yo pude hacer fue dar en ellos mil besos y, lo más delicado
|
||
|
|
que yo pude, del partido partí un poco al pelo que él estaba; y con
|
||
|
|
aquél pasé aquel día, no tan alegre como el pasado.
|
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|
Mas como la hambre creciese, mayormente que tenía el estómago hecho a
|
||
|
|
más pan aquellos dos o tres días ya dichos, moría mala muerte; tanto,
|
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|
|
que otra cosa no hacía en viéndome solo sino abrir y cerrar el arca y
|
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|
|
contemplar en aquella cara de Dios, que ansí dicen los niños. Mas el
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|
mesmo Dios, que socorre a los afligidos, viéndome en tal estrecho,
|
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|
trujo a mi memoria un pequeño remedio; que, considerando entre mí,
|
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|
|
dije:
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"Este arquetón es viejo y grande y roto por algunas partes, aunque
|
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pequeños agujeros. Puédese pensar que ratones, entrando en él, hacen
|
||
|
|
daño a este pan. Sacarlo entero no es cosa conveniente, porque verá la
|
||
|
|
falta el que en tanta me hace vivir. Esto bien se sufre."
|
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|
Y comienzo a desmigajar el pan sobre unos no muy costosos manteles que
|
||
|
|
allí estaban; y tomo uno y dejo otro, de manera que en cada cual de
|
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|
|
tres o cuatro desmigajé su poco; después, como quien toma gragea, lo
|
||
|
|
comí, y algo me consolé. Mas él, como viniese a comer y abriese el
|
||
|
|
arca, vio el mal pesar, y sin dubda creyó ser ratones los que el daño
|
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|
|
habían hecho, porque estaba muy al propio contrahecho de como ellos lo
|
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suelen hacer. Miró todo el arcaz de un cabo a otro y viole ciertos
|
||
|
|
agujeros por do sospechaba habían entrado. Llamóme, diciendo:
|
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|
"¡Lázaro! ¡Mira, mira qué persecución ha venido aquesta noche por
|
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nuestro pan!"
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|
Yo híceme muy maravillado, preguntándole qué sería.
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|
"¡Qué ha de ser! -dijo él-. Ratones, que no dejan cosa a vida."
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|
Pusímonos a comer, y quiso Dios que aun en esto me fue bien, que me
|
||
|
|
cupo más pan que la laceria que me solía dar, porque rayó con un
|
||
|
|
cuchillo todo lo que pensó ser ratonado, diciendo:
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|
"Cómete eso, que el ratón cosa limpia es."
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|
|
Y así aquel día, añadiendo la ración del trabajo de mis manos, o de mis
|
||
|
|
uñas, por mejor decir, acabamos de comer, aunque yo nunca empezaba. Y
|
||
|
|
luego me vino otro sobresalto, que fue verle andar solícito, quitando
|
||
|
|
clavos de las paredes y buscando tablillas, con las cuales clavó y
|
||
|
|
cerró todos los agujeros de la vieja arca.
|
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||
|
|
"¡Oh, Señor mío! -dije yo entonces-, ¡a cuánta miseria y fortuna y
|
||
|
|
desastres estamos puestos los nacidos, y cuán poco turan los placeres
|
||
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|
de esta nuestra trabajosa vida! Heme aquí que pensaba con este pobre y
|
||
|
|
triste remedio remediar y pasar mi laceria, y estaba ya cuanto que
|
||
|
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alegre y de buena ventura; mas no quiso mi desdicha, despertando a este
|
||
|
|
lacerado de mi amo y poniéndole más diligencia de la que él de suyo se
|
||
|
|
tenía (pues los míseros por la mayor parte nunca de aquella carecen),
|
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|
|
agora, cerrando los agujeros del arca, cierrase la puerta a mi consuelo
|
||
|
|
y la abriese a mis trabajos."
|
||
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||
|
|
Así lamentaba yo, en tanto que mi solícito carpintero con muchos clavos
|
||
|
|
y tablillas dio fin a sus obras, diciendo: "Agora, donos traidores
|
||
|
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ratones, conviéneos mudar propósito, que en esta casa mala medra
|
||
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|
tenéis."
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De que salió de su casa, voy a ver la obra y hallé que no dejó en la
|
||
|
|
triste y vieja arca agujero ni aun por dónde le pudiese entrar un
|
||
|
|
moxquito. Abro con mi desaprovechada llave, sin esperanza de sacar
|
||
|
|
provecho, y vi los dos o tres panes comenzados, los que mi amo creyó
|
||
|
|
ser ratonados, y dellos todavía saqué alguna laceria, tocándolos muy
|
||
|
|
ligeramente, a uso de esgremidor diestro. Como la necesidad sea tan
|
||
|
|
gran maestra, viéndome con tanta, siempre, noche y día, estaba pensando
|
||
|
|
la manera que ternía en sustentar el vivir; y pienso, para hallar estos
|
||
|
|
negros remedios, que me era luz la hambre, pues dicen que el ingenio
|
||
|
|
con ella se avisa y al contrario con la hartura, y así era por cierto
|
||
|
|
en mí.
|
||
|
|
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||
|
|
Pues estando una noche desvelado en este pensamiento, pensando como me
|
||
|
|
podría valer y aprovecharme del arcaz, sentí que mi amo dormía, porque
|
||
|
|
lo mostraba con roncar y en unos resoplidos grandes que daba cuando
|
||
|
|
estaba durmiendo. Levantéme muy quedito y, habiendo en el día pensado
|
||
|
|
lo que había de hacer y dejado un cuchillo viejo que por allí andaba en
|
||
|
|
parte do le hallase, voyme al triste arcaz, y por do había mirado tener
|
||
|
|
menos defensa le acometí con el cuchillo, que a manera de barreno dél
|
||
|
|
usé. Y como la antiquísima arca, por ser de tantos años, la hallase sin
|
||
|
|
fuerza y corazón, antes muy blanda y carcomida, luego se me rindió, y
|
||
|
|
consintió en su costado por mi remedio un buen agujero. Esto hecho,
|
||
|
|
abro muy paso la llagada arca y, al tiento, del pan que hallé partido
|
||
|
|
hice según deyuso está escrito. Y con aquello algún tanto consolado,
|
||
|
|
tornando a cerrar, me volví a mis pajas, en las cuales reposé y dormí
|
||
|
|
un poco, lo cual yo hacía mal, y echábalo al no comer; y ansí sería,
|
||
|
|
porque cierto en aquel tiempo no me debían de quitar el sueño los
|
||
|
|
cuidados del rey de Francia.
|
||
|
|
|
||
|
|
Otro día fue por el señor mi amo visto el daño así del pan como del
|
||
|
|
agujero que yo había hecho, y comenzó a dar a los diablos los ratones y
|
||
|
|
decir:
|
||
|
|
|
||
|
|
"¿Qué diremos a esto? ¡Nunca haber sentido ratones en esta casa sino
|
||
|
|
agora!"
|
||
|
|
|
||
|
|
Y sin dubda debía de decir verdad; porque si casa había de haber en el
|
||
|
|
reino justamente de ellos privilegiada, aquélla de razón había de ser,
|
||
|
|
porque no suelen morar donde no hay qué comer. Torna a buscar clavos
|
||
|
|
por la casa y por las paredes y tablillas a atapárselos. Venida la
|
||
|
|
noche y su reposo, luego era yo puesto en pie con mi aparejo, y cuantos
|
||
|
|
él tapaba de día, destapaba yo de noche. En tal manera fue, y tal
|
||
|
|
priesa nos dimos, que sin dubda por esto se debió decir: "Donde una
|
||
|
|
puerta se cierra, otra se abre." Finalmente, parecíamos tener a destajo
|
||
|
|
la tela de Penélope, pues cuanto él tejía de día, rompía yo de noche;
|
||
|
|
ca en pocos días y noches pusimos la pobre despensa de tal forma, que
|
||
|
|
quien quisiera propiamente della hablar, más corazas viejas de otro
|
||
|
|
tiempo que no arcaz la llamara, según la clavazón y tachuelas sobre sí
|
||
|
|
tenía.
|
||
|
|
|
||
|
|
De que vio no le aprovechar nada su remedio, dijo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Este arcaz está tan maltratado y es de madera tan vieja y flaca, que
|
||
|
|
no habrá ratón a quien se defienda; y va ya tal que, si andamos más con
|
||
|
|
él, nos dejará sin guarda; y aun lo peor, que aunque hace poca, todavía
|
||
|
|
hará falta faltando, y me pondrá en costa de tres o cuatro reales. El
|
||
|
|
mejor remedio que hallo, pues el de hasta aquí no aprovecha, armaré por
|
||
|
|
de dentro a estos ratopes malditos."
|
||
|
|
|
||
|
|
Luego buscó prestada una ratonera, y con cortezas de queso que a los
|
||
|
|
vecinos pedía, contino el gato estaba armado dentro del arca, lo cual
|
||
|
|
era para mí singular auxilio; porque, puesto caso que yo no había
|
||
|
|
menester muchas salsas para comer, todavía me holgaba con las cortezas
|
||
|
|
del queso que de la ratonera sacaba, y sin esto no perdonaba el ratonar
|
||
|
|
del bodigo.
|
||
|
|
|
||
|
|
Como hallase el pan ratonado y el queso comido y no cayese el ratón que
|
||
|
|
lo comía, dábase al diablo, preguntaba a los vecinos qué podría ser
|
||
|
|
comer el queso y sacarlo de la ratonera, y no caer ni quedar dentro el
|
||
|
|
ratón, y hallar caída la trampilla del gato. Acordaron los vecinos no
|
||
|
|
ser el ratón el que este daño hacía, porque no fuera menos de haber
|
||
|
|
caído alguna vez. Díjole un vecino:
|
||
|
|
|
||
|
|
"En vuestra casa yo me acuerdo que solía andar una culebra, y ésta debe
|
||
|
|
ser sin dubda. Y lleva razón que, como es larga, tiene lugar de tomar
|
||
|
|
el cebo; y aunque la coja la trampilla encima, como no entre toda
|
||
|
|
dentro, tórnase a salir."
|
||
|
|
|
||
|
|
Cuadró a todos lo que aquél dijo, y alteró mucho a mi amo; y dende en
|
||
|
|
adelante no dormía tan a sueño suelto, que cualquier gusano de la
|
||
|
|
madera que de noche sonase, pensaba ser la culebra que le roía el arca.
|
||
|
|
Luego era puesto en pie, y con un garrote que a la cabacera, desde que
|
||
|
|
aquello le dijeron, ponía, daba en la pecadora del arca grandes
|
||
|
|
garrotazos, pensando espantar la culebra. A los vecinos despertaba con
|
||
|
|
el estruendo que hacía, y a mí no me dejaba dormir. êbase a mis pajas y
|
||
|
|
trastornábalas, y a mí con ellas, pensando que se iba para mí y se
|
||
|
|
envolvía en mis pajas o en mi sayo, porque le decían que de noche
|
||
|
|
acaecía a estos animales, buscando calor, irse a las cunas donde están
|
||
|
|
criaturas y aun mordellas y hacerles peligrar. Yo las más veces hacía
|
||
|
|
del dormido, y en las mañas decíame él:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Esta noche, mozo, ¿no sentiste nada? Pues tras la culebra anduve, y
|
||
|
|
aun pienso se ha de ir para ti a la cama, que son muy frías y buscan
|
||
|
|
calor."
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||
|
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||
|
|
"Plega a Dios que no me muerda -decía yo-, que harto miedo le tengo."
|
||
|
|
|
||
|
|
De esta manera andaba tan elevado y levantado del sueño, que, mi fe, la
|
||
|
|
culebra (o culebro, por mejor decir) no osaba roer de noche ni
|
||
|
|
levantarse al arca; mas de día, mientra estaba en la iglesia o por el
|
||
|
|
lugar, hacía mis saltos: los cuales daños viendo él y el poco remedio
|
||
|
|
que les podía poner, andaba de noche, como digo, hecho trasgo.
|
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Yo hube miedo que con aquellas diligencias no me topase con la llave
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que debajo de las pajas tenía, y parecióme lo más seguro metella de
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noche en la boca. Porque ya, desde que viví con el ciego, la tenía tan
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hecha bolsa que me acaeció tener en ella doce o quince maravedís, todo
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en medias blancas, sin que me estorbasen el comer; porque de otra
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manera no era señor de una blanca que el maldito ciego no cayese con
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ella, no dejando costura ni remiendo que no me buscaba muy a menudo.
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Pues ansí, como digo, metía cada noche la llave en la boca, y dormía
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sin recelo que el brujo de mi amo cayese con ella; mas cuando la
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desdicha ha de venir, por demás es diligencia.
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Quisieron mis hados, o por mejor decir mis pecados, que una noche que
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estaba durmiendo, la llave se me puso en la boca, que abierta debía
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tener, de tal manera y postura, que el aire y resoplo que yo durmiendo
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echaba salía por lo hueco de la llave, que de cañuto era, y silbaba,
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según mi desastre quiso, muy recio, de tal manera que el sobresaltado
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de mi amo lo oyó y creyó sin duda ser el silbo de la culebra; y cierto
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lo debía parecer.
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Levantóse muy paso con su garrote en la mano, y al tiento y sonido de
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la culebra se llegó a mí con mucha quietud, por no ser sentido de la
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culebra; y como cerca se vio, pensó que allí en las pajas do yo estaba
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echado, al calor mío se había venido. Levantando bien el palo, pensando
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tenerla debajo y darle tal garrotazo que la matase, con toda su fuerza
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me descargó en la cabeza un tan gran golpe, que sin ningún sentido y
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muy mal descalabrado me dejó.
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Como sintió que me había dado, según yo debía hacer gran sentimiento
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con el fiero golpe, contaba él que se había llegado a mí y dándome
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grandes voces, llamándome, procuró recordarme. Mas como me tocase con
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las manos, tentó la mucha sangre que se me iba, y conoció el daño que
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me había hecho, y con mucha priesa fue a buscar lumbre. Y llegando con
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ella, hallóme quejando, todavía con mi llave en la boca, que nunca la
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desamparé, la mitad fuera, bien de aquella manera que debía estar al
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tiempo que silbaba con ella.
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Espantado el matador de culebras qué podría ser aquella llave, miróla,
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sacándomela del todo de la boca, y vio lo que era, porque en las
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guardas nada de la suya diferenciaba. Fue luego a proballa, y con ella
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probó el maleficio. Debió de decir el cruel cazador: "El ratón y
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culebra que me daban guerra y me comían mi hacienda he hallado."
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De lo que sucedió en aquellos tres días siguientes ninguna fe daré,
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porque los tuve en el vientre de la ballena; mas de cómo esto que he
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contado oí, después que en mí torné, decir a mi amo, el cual a cuantos
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allí venían lo contaba por extenso.
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A cabo de tres días yo torné en mi sentido y vine echado en mis pajas,
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la cabeza toda emplastada y llena de aceites y ungüentos y, espantado,
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dije: "¿Qué es esto?"
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Respondióme el cruel sacerdote:
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"A fe, que los ratones y culebras que me destruían ya los he cazado."
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Y miré por mí, y vime tan maltratado que luego sospeché mi mal.
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A esta hora entró una vieja que ensalmaba, y los vecinos, y comiénzanme
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a quitar trapos de la cabeza y curar el garrotazo. Y como me hallaron
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vuelto en mi sentido, holgáronse mucho y dijeron:
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"Pues ha tornado en su acuerdo, placerá a Dios no será nada."
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Ahí tornaron de nuevo a contar mis cuitas y a reírlas, y yo, pecador, a
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llorarlas. Con todo esto, diéronme de comer, que estaba transido de
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hambre, y apenas me pudieron remediar. Y ansí, de poco en poco, a los
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quince días me levanté y estuve sin peligro, mas no sin hambre, y medio
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sano.
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Luego otro día que fui levantado, el señor mi amo me tomó por la mano y
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sacóme la puerta fuera y, puesto en la calle, díjome:
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Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío. Busca amo y vete con Dios, que
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yo no quiero en mi compañía tan diligente servidor. No es posible sino
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que hayas sido mozo de ciego."
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Y santiguándose de mí como si yo estuviera endemoniado, tórnase a meter
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en casa y cierra su puerta.
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Tratado Tercero
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Cómo Lázaro se asentó con un escudero, y de lo que le acaeció con él
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Desta manera me fue forzado sacar fuerzas de flaqueza y, poco a poco,
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con ayuda de las buenas gentes di comigo en esta insigne ciudad de
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Toledo, adonde con la merced de Dios dende a quince días se me cerró la
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herida; y mientras estaba malo, siempre me daban alguna limosna, mas
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después que estuve sano, todos me decían:
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"Tú, bellaco y gallofero eres. Busca, busca un amo a quien sirvas."
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"¿Y adónde se hallará ése -decía yo entre mí- si Dios agora de nuevo,
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como crió el mundo, no le criase?
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Andando así discurriendo de puerta en puerta, con harto poco remedio,
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porque ya la caridad se subió al cielo, topóme Dios con un escudero que
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iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás
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en orden. Miróme, y yo a él, y díjome:
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"Mochacho, ¿buscas amo?"
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Yo le dije: "Sí, señor."
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"Pues vente tras mí -me respondió- que Dios te ha hecho merced en topar
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comigo. Alguna buena oración rezaste hoy."
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Y seguíle, dando gracias a Dios por lo que le oí, y también que me
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parecía, según su hábito y continente, ser el que yo había menester.
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Era de mañana cuando este mi tercero amo topé, y llevóme tras sí gran
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parte de la ciudad. Pasábamos por las plazas do se vendía pan y otras
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provisiones. Yo pensaba y aun deseaba que allí me quería cargar de lo
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que se vendía, porque ésta era propria hora cuando se suele proveer de
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lo necesario; mas muy a tendido paso pasaba por estas cosas. "Por
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ventura no lo vee aquí a su contento -decía yo- y querrá que lo
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compremos en otro cabo."
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Desta manera anduvimos hasta que dio las once. Entonces se entró en la
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iglesia mayor, y yo tras él, y muy devotamente le vi oír misa y los
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otros oficios divinos, hasta que todo fue acabado y la gente ida.
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Entonces salimos de la iglesia.
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A buen paso tendido comenzamos a ir por una calle abajo. Yo iba el más
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alegre del mundo en ver que no nos habíamos ocupado en buscar de comer.
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Bien consideré que debía ser hombre, mi nuevo amo, que se proveía en
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junto, y que ya la comida estaría a punto tal y como yo la deseaba y
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aun la había menester.
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En este tiempo dio el reloj la una después de mediodía, y llegamos a
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una casa ante la cual mi amo se paró, y yo con él; y derribando el cabo
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de la capa sobre el lado izquierdo, sacó una llave de la manga y abrió
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su puerta y entramos en casa; la cual tenía la entrada obscura y
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lóbrega de tal manera que parece que ponía temor a los que en ella
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entraban, aunque dentro della estaba un patio pequeño y razonables
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cámaras.
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Desque fuimos entrados, quita de sobre sí su capa y, preguntando si
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tenía las manos limpias, la sacudimos y doblamos, y muy limpiamente
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soplando un poyo que allí estaba, la puso en él. Y hecho esto, sentóse
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|
cabo della, preguntándome muy por extenso de dónde era y cómo había
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venido a aquella ciudad; y yo le di más larga cuenta que quisiera,
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porque me parecía más conveniente hora de mandar poner la mesa y
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escudillar la olla que de lo que me pedía. Con todo eso, yo le
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satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y
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callando lo demás, porque me parecía no ser para en cámara.
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|
Esto hecho, estuvo ansí un poco, y yo luego vi mala señal, por ser ya
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|
casi las dos y no le ver más aliento de comer que a un muerto. Después
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|
desto, consideraba aquel tener cerrada la puerta con llave ni sentir
|
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|
arriba ni abajo pasos de viva persona por la casa. Todo lo que yo había
|
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|
visto eran paredes, sin ver en ella silleta, ni tajo, ni banco, ni
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|
|
mesa, ni aun tal arcaz como el de marras: finalmente, ella parecía casa
|
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|
encantada. Estando así, díjome:
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|
"Tú, mozo, ¿has comido?"
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"No, señor -dije yo-, que aún no eran dadas las ocho cuando con vuestra
|
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merced encontré."
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"Pues, aunque de mañana, yo había almorzado, y cuando ansí como algo,
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|
hágote saber que hasta la noche me estoy ansí. Por eso, pásate como
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pudieres, que después cenaremos.
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|
Vuestra merced crea, cuando esto le oí, que estuve en poco de caer de
|
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|
mi estado, no tanto de hambre como por conocer de todo en todo la
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|
fortuna serme adversa. Allí se me representaron de nuevo mis fatigas, y
|
||
|
|
torné a llorar mis trabajos; allí se me vino a la memoria la
|
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|
consideración que hacía cuando me pensaba ir del clérigo, diciendo que
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|
aunque aquél era desventurado y mísero, por ventura toparía con otro
|
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|
peor: finalmente, allí lloré mi trabajosa vida pasada y mi cercana
|
||
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|
muerte venidera. Y con todo, disimulando lo mejor que pude:
|
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"Señor, mozo soy que no me fatigo mucho por comer, bendito Dios. Deso
|
||
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|
me podré yo alabar entre todos mis iguales por de mejor garganta, y
|
||
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|
ansí fui yo loado della fasta hoy día de los amos que yo he tenido."
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|
"Virtud es ésa -dijo él- y por eso te querré yo más, porque el hartar
|
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es de los puercos y el comer regladamente es de los hombres de bien."
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|
"¡Bien te he entendido! -dije yo entre mí- ¡maldita tanta medicina y
|
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bondad como aquestos mis amos que yo hallo hallan en la hambre!"
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|
Púseme a un cabo del portal y saqué unos pedazos de pan del seno, que
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|
me habían quedado de los de por Dios. Él, que vio esto, díjome:
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"Ven acá, mozo. ¿Qué comes?"
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Yo lleguéme a él y mostréle el pan. Tomóme él un pedazo, de tres que
|
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|
eran el mejor y más grande, y díjome:
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|
"Por mi vida, que parece éste buen pan."
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"¡Y cómo! ¿Agora -dije yo-, señor, es bueno?"
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"Sí, a fe -dijo él-. ¿Adónde lo hubiste? ¿Si es amasado de manos
|
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limpias?"
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|
"No sé yo eso -le dije-; mas a mí no me pone asco el sabor dello."
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"Así plega a Dios" -dijo el pobre de mi amo.
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|
Y llevándolo a la boca, comenzó a dar en él tan fieros bocados como yo
|
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|
en lo otro.
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|
"Sabrosísimo pan está -dijo-, por Dios."
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|
Y como le sentí de qué pie coxqueaba, dime priesa, porque le vi en
|
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|
|
disposición, si acababa antes que yo, se comediría a ayudarme a lo que
|
||
|
|
me quedase; y con esto acabamos casi a una. Y mi amo comenzó a sacudir
|
||
|
|
con las manos unas pocas de migajas, y bien menudas, que en los pechos
|
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|
se le habían quedado, y entró en una camareta que allí estaba, y sacó
|
||
|
|
un jarro desbocado y no muy nuevo, y desque hubo bebido convidóme con
|
||
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|
él. Yo, por hacer del continente, dije:
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|
"Señor, no bebo vino."
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|
"Agua es, -me respondió-. Bien puedes beber."
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|
Entonces tomé el jarro y bebí, no mucho, porque de sed no era mi
|
||
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|
congoja. Ansí estuvimos hasta la noche, hablando en cosas que me
|
||
|
|
preguntaba, a las cuales yo le respondí lo mejor que supe. En este
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||
|
|
tiempo metióme en la cámara donde estaba el jarro de que bebimos, y
|
||
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|
díjome:
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"Mozo, párate allí y verás, cómo hacemos esta cama, para que la sepas
|
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|
hacer de aquí adelante."
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Púseme de un cabo y él del otro y hecimos la negra cama, en la cual no
|
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|
|
había mucho que hacer, porque ella tenía sobre unos bancos un cañizo,
|
||
|
|
sobre el cual estaba tendida la ropa que, por no estar muy continuada a
|
||
|
|
lavarse, no parecía colchón, aunque servía dél, con harta menos lana
|
||
|
|
que era menester. Aquél tendimos, haciendo cuenta de ablandalle, lo
|
||
|
|
cual era imposible, porque de lo duro mal se puede hacer blando. El
|
||
|
|
diablo del enjalma maldita la cosa tenía dentro de sí, que puesto sobre
|
||
|
|
el cañizo todas las cañas se señalaban y parecían a lo proprio
|
||
|
|
entrecuesto de flaquísimo puerco; y sobre aquel hambriento colchón un
|
||
|
|
alfamar del mesmo jaez, del cual el color yo no pude alcanzar. Hecha la
|
||
|
|
cama y la noche venida, díjome:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Lázaro, ya es tarde, y de aquí a la plaza hay gran trecho. También en
|
||
|
|
esta ciudad andan muchos ladrones que siendo de noche capean. Pasemos
|
||
|
|
como podamos y mañana, venido el día, Dios hará merced; porque yo, por
|
||
|
|
estar solo, no estoy proveído, antes he comido estos días por allá
|
||
|
|
fuera, mas agora hacerlo hemos de otra manera."
|
||
|
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|
||
|
|
"Señor, de mí -dije yo- ninguna pena tenga vuestra merced, que sé pasar
|
||
|
|
una noche y aun más, si es menester, sin comer."
|
||
|
|
|
||
|
|
"Vivirás más y más sano -me respondió-, porque como decíamos hoy, no
|
||
|
|
hay tal cosa en el mundo para vivir mucho que comer poco."
|
||
|
|
|
||
|
|
"Si por esa vía es -dije entre mí-, nunca yo moriré, que siempre he
|
||
|
|
guardado esa regla por fuerza, y aun espero en mi desdicha tenella toda
|
||
|
|
mi vida."
|
||
|
|
|
||
|
|
Y acostóse en la cama, poniendo por cabecera las calzas y el jubón, y
|
||
|
|
mandóme echar a sus pies, lo cual yo hice; mas ¡maldito el sueño que yo
|
||
|
|
dormí! Porque las cañas y mis salidos huesos en toda la noche dejaron
|
||
|
|
de rifar y encenderse, que con mis trabajos, males y hambre, pienso que
|
||
|
|
en mi cuerpo no había libra de carne; y también, como aquel día no
|
||
|
|
había comido casi nada, rabiaba de hambre, la cual con el sueño no
|
||
|
|
tenía amistad. Maldíjeme mil veces -¡Dios me lo perdone!- y a mi ruin
|
||
|
|
fortuna, allí lo más de la noche, y (lo peor) no osándome revolver por
|
||
|
|
no despertalle, pedí a Dios muchas veces la muerte.
|
||
|
|
|
||
|
|
La mañana venida, levantámonos, y comienza a limpiar y sacudir sus
|
||
|
|
calzas y jubón y sayo y capa -y yo que le servía de pelillo- y vístese
|
||
|
|
muy a su placer de espacio. Echéle aguamanos, peinóse y puso su espada
|
||
|
|
en el talabarte y, al tiempo que la ponía, díjome:
|
||
|
|
|
||
|
|
"¡Oh, si supieses, mozo, qué pieza es ésta! No hay marco de oro en el
|
||
|
|
mundo por que yo la diese. Mas ansí ninguna de cuantas Antonio hizo, no
|
||
|
|
acertó a ponelle los aceros tan prestos como ésta los tiene."
|
||
|
|
|
||
|
|
Y sacóla de la vaina y tentóla con los dedos, diciendo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"¿Vesla aquí? Yo me obligo con ella cercenar un copo de lana."
|
||
|
|
|
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|
|
Y yo dije entre mí:
|
||
|
|
|
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|
"Y yo con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro
|
||
|
|
libras."
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||
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|
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|
|
Tornóla a meter y ciñósela y un sartal de cuentas gruesas del
|
||
|
|
talabarte, y con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él
|
||
|
|
y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre
|
||
|
|
el hombro y a veces so el brazo, y poniendo la mano derecha en el
|
||
|
|
costado, salió por la puerta, diciendo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Lázaro, mira por la casa en tanto que voy a oír misa, y haz la cama, y
|
||
|
|
ve por la vasija de agua al río, que aquí bajo está, y cierra la puerta
|
||
|
|
con llave, no nos hurten algo, y ponla aquí al quicio, porque si yo
|
||
|
|
viniere en tanto pueda entrar."
|
||
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|
||
|
|
Y súbese por la calle arriba con tan gentil semblante y continente, que
|
||
|
|
quien no le conociera pensara ser muy cercano pariente al conde de
|
||
|
|
Arcos, o a lo menos camarero que le daba de vestir.
|
||
|
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|
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|
|
"¡Bendito seáis vos, Señor -quedé yo diciendo-, que dais la enfermedad
|
||
|
|
y ponéis el remedio! ¿Quién encontrara a aquel mi señor que no piense,
|
||
|
|
según el contento de sí lleva, haber anoche bien cenado y dormido en
|
||
|
|
buena cama, y aun agora es de mañana, no le cuenten por muy bien
|
||
|
|
almorzado? ¡Grandes secretos son, Señor, los que vos hacéis y las
|
||
|
|
gentes ignoran! ¿A quién no engañara aquella buena disposición y
|
||
|
|
razonable capa y sayo y quién pensara que aquel gentil hombre se pasó
|
||
|
|
ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado
|
||
|
|
Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le
|
||
|
|
podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta
|
||
|
|
de paño de manos, se hacía servir de la halda del sayo? Nadie por
|
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|
|
cierto lo sospechara. ¡Oh Señor, y cuántos de aquéstos debéis vos tener
|
||
|
|
por el mundo derramados, que padecen por la negra que llaman honra lo
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que por vos no sufrirían!"
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Ansí estaba yo a la puerta, mirando y considerando estas cosas y otras
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muchas, hasta que el señor mi amo traspuso la larga y angosta calle, y
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como lo vi trasponer, tornéme a entrar en casa, y en un credo la anduve
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toda, alto y bajo, sin hacer represa ni hallar en qué. Hago la negra
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dura cama y tomo el jarro y doy comigo en el río, donde en una huerta
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vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres, al parecer de
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las que en aquel lugar no hacen falta, antes muchas tienen por estilo
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de irse a las mañanicas del verano a refrescar y almorzar sin llevar
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qué por aquellas frescas riberas, con confianza que no ha de faltar
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quién se lo dé, según las tienen puestas en esta costumbre aquellos
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hidalgos del lugar.
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Y como digo, él estaba entre ellas hecho un Macías, diciéndoles más
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dulzuras que Ovidio escribió. Pero como sintieron dél que estaba bien
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enternecido, no se les hizo de vergüenza pedirle de almorzar con el
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acostumbrado pago. Él, sintiéndose tan frío de bolsa cuanto estaba
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caliente del estómago, tomóle tal calofrío que le robó la color del
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gesto, y comenzó a turbarse en la plática y a poner excusas no validas.
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Ellas, que debían ser bien instituídas, como le sintieron la
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enfermedad, dejáronle para el que era.
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Yo, que estaba comiendo ciertos tronchos de berzas, con los cuales me
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desayuné, con mucha diligencia, como mozo nuevo, sin ser visto de mi
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amo, torné a casa, de la cual pensé barrer alguna parte, que era bien
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menester, mas no hallé con qué. Púseme a pensar qué haría, y parecióme
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esperar a mi amo hasta que el día demediase y si viniese y por ventura
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trajese algo que comiésemos; mas en vano fue mi experiencia.
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Desque vi ser las dos y no venía y la hambre me aquejaba, cierro mi
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puerta y pongo la llave do mandó, y tórnome a mi menester. Con baja y
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enferma voz e inclinadas mis manos en los senos, puesto Dios ante mis
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ojos y la lengua en su nombre, comienzo a pedir pan por las puertas y
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casas más grandes que me parecía. Mas como yo este oficio le hobiese
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mamado en la leche, quiero decir que con el gran maestro el ciego lo
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aprendí, tan suficiente discípulo salí que, aunque en este pueblo no
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había caridad ni el año fuese muy abundante, tan buena maña me di que,
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antes que el reloj diese las cuatro, ya yo tenía otras tantas libras de
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pan ensiladas en el cuerpo y más de otras dos en las mangas y senos.
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Volvíme a la posada y al pasar por la tripería pedí a una de aquellas
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mujeres, y diome un pedazo de uña de vaca con otras pocas de tripas
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cocidas.
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Cuando llegué a casa, ya el bueno de mi amo estaba en ella, doblada su
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capa y puesta en el poyo, y él paseándose por el patio. Como entro,
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vínose para mí. Pensé que me quería reñir la tardanza, mas mejor lo
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hizo Dios. Preguntóme dó venía. Yo le dije:
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"Señor, hasta que dio las dos estuve aquí, y de que vi que V.M. no
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venía, fuime por esa ciudad a encomendarme a las buenas gentes, y hanme
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dado esto que veis."
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Mostréle el pan y las tripas que en un cabo de la halda traía, a lo
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cual él mostró buen semblante y dijo:
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"Pues esperado te he a comer, y de que vi que no veniste, comí. Mas tú
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haces como hombre de bien en eso, que más vale pedillo por Dios que no
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|
hurtallo, y ansí Él me ayude como ello me parece bien. Y solamente te
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encomiendo no sepan que vives comigo, por lo que toca a mi honra,
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aunque bien creo que será secreto, según lo poco que en este pueblo soy
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conocido. ¡Nunca a él yo hubiera de venir!"
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"De eso pierda, señor, cuidado -le dije yo-, que maldito aquél que
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ninguno tiene de pedirme esa cuenta ni yo de dalla."
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"Agora pues, come, pecador. Que, si a Dios place, presto nos veremos
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sin necesidad; aunque te digo que después que en esta casa entré, nunca
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bien me ha ido. Debe ser de mal suelo, que hay casas desdichadas y de
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mal pie, que a los que viven en ellas pegan la desdicha. Ésta debe de
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|
ser sin dubda de ellas; mas yo te prometo, acabado el mes, no quede en
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|
ella aunque me la den por mía."
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Sentéme al cabo del poyo y, porque no me tuviese por glotón, callé la
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merienda; y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y
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disimuladamente miraba al desventurado señor mío, que no partía sus
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ojos de mis faldas, que aquella sazón servían de plato. Tanta lástima
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haya Dios de mí como yo había dél, porque sentí lo que sentía, y muchas
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veces había por ello pasado y pasaba cada día. Pensaba si sería bien
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comedirme a convidalle; mas por me haber dicho que había comido, temía
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me no aceptaría el convite. Finalmente, yo deseaba aquel pecador
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ayudase a su trabajo del mío, y se desayunase como el día antes hizo,
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pues había mejor aparejo, por ser mejor la vianda y menos mi hambre.
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Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo, porque, como
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comencé a comer y él se andaba paseando llegóse a mí y díjome:
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|
"Dígote, Lázaro, que tienes en comer la mejor gracia que en mi vida vi
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a hombre, y que nadie te lo verá hacer que no le pongas gana aunque no
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la tenga."
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"La muy buena que tú tienes -dije yo entre mí- te hace parecer la mía
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hermosa."
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Con todo, parecióme ayudarle, pues se ayudaba y me abría camino para
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ello, y díjele:
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"Señor, el buen aparejo hace buen artífice. Este pan está sabrosísimo y
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|
esta uña de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no
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|
convide con su sabor."
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|
"¿Uña de vaca es?"
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"Si, señor."
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"Dígote que es el mejor bocado del mundo, que no hay faisán que ansí me
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sepa."
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"Pues pruebe, señor, y verá qué tal está."
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Póngole en las uñas la otra y tres o cuatro raciones de pan de lo más
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blanco y asentóseme al lado, y comienza a comer como aquel que lo había
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gana, royendo cada huesecillo de aquéllos mejor que un galgo suyo lo
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hiciera.
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"Con almodrote -decía- es éste singular manjar."
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"Con mejor salsa lo comes tú", respondí yo paso.
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"Por Dios, que me ha sabido como si hoy no hobiera comido bocado."
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"¡Ansí me vengan los buenos años como es ello!" -dije yo entre mí.
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Pidióme el jarro del agua y díselo como lo había traído. Es señal que,
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|
pues no le faltaba el agua, que no le había a mi amo sobrado la comida.
|
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|
Bebimos, y muy contentos nos fuimos a dormir como la noche pasada.
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|
Y por evitar prolijidad, desta manera estuvimos ocho o diez días,
|
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|
yéndose el pecador en la mañana con aquel contento y paso contado a
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|
papar aire por las calles, teniendo en el pobre Lázaro una cabeza de
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lobo. Contemplaba yo muchas veces mi desastre, que escapando de los
|
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|
|
amos ruines que había tenido y buscando mejoría, viniese a topar con
|
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|
|
quien no solo no me mantuviese, mas a quien yo había de mantener.
|
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|
|
Con todo, le quería bien, con ver que no tenía ni podía más, y antes le
|
||
|
|
había lástima que enemistad; y muchas veces, por llevar a la posada con
|
||
|
|
que él lo pasase, yo lo pasaba mal. Porque una mañana, levantándose el
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||
|
|
triste en camisa, subió a lo alto de la casa a hacer sus menesteres, y
|
||
|
|
en tanto yo, por salir de sospecha, desenvolvíle el jubón y las calzas
|
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|
que a la cabecera dejó, y hallé una bolsilla de terciopelo raso hecho
|
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|
cien dobleces y sin maldita la blanca ni señal que la hobiese tenido
|
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|
mucho tiempo.
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|
"Éste -decía yo- es pobre y nadie da lo que no tiene. Mas el avariento
|
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|
ciego y el malaventurado mezquino clérigo que, con dárselo Dios a
|
||
|
|
ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta, me mataban de
|
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|
hambre, aquéllos es justo desamar y aquéste de haber mancilla."
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|
|
Dios es testigo que hoy día, cuando topo con alguno de su hábito, con
|
||
|
|
aquel paso y pompa, le he lástima, con pensar si padece lo que aquél le
|
||
|
|
vi sufrir; al cual con toda su pobreza holgaría de servir más que a los
|
||
|
|
otros por lo que he dicho. Sólo tenía dél un poco de descontento: que
|
||
|
|
quisiera yo me no tuviera tanta presunción, mas que abajara un poco su
|
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|
|
fantasía con lo mucho que subía su necesidad. Mas, según me parece, es
|
||
|
|
regla ya entre ellos usada y guardada; aunque no haya cornado de
|
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|
|
trueco, ha de andar el birrete en su lugar. El Señor lo remedie, que ya
|
||
|
|
con este mal han de morir.
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|
|
Pues, estando yo en tal estado, pasando la vida que digo, quiso mi mala
|
||
|
|
fortuna, que de perseguirme no era satisfecha, que en aquella trabajada
|
||
|
|
y vergonzosa vivienda no durase. Y fue, como el año en esta tierra
|
||
|
|
fuese estéril de pan, acordaron el Ayuntamiento que todos los pobres
|
||
|
|
estranjeros se fuesen de la ciudad, con pregón que el que de allí
|
||
|
|
adelante topasen fuese punido con azotes. Y así, ejecutando la ley,
|
||
|
|
desde a cuatro días que el pregón se dio, vi llevar una procesión de
|
||
|
|
pobres azotando por las Cuatro Calles, lo cual me puso tan gran
|
||
|
|
espanto, que nunca osé desmandarme a demandar.
|
||
|
|
|
||
|
|
Aquí viera, quien vello pudiera, la abstinencia de mi casa y la
|
||
|
|
tristeza y silencio de los moradores, tanto que nos acaeció estar dos o
|
||
|
|
tres días sin comer bocado, ni hablaba palabra. A mí diéronme la vida
|
||
|
|
unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par
|
||
|
|
de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento; que de la
|
||
|
|
laceria que les traían me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado
|
||
|
|
me pasaba.
|
||
|
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||
|
|
Y no tenía tanta lástima de mí como del lastimado de mi amo, que en
|
||
|
|
ocho días maldito el bocado que comió. A lo menos, en casa bien lo
|
||
|
|
estuvimos sin comer. No sé yo cómo o dónde andaba y qué comía. ¡Y velle
|
||
|
|
venir a mediodía la calle abajo con estirado cuerpo, más largo que
|
||
|
|
galgo de buena casta! Y por lo que toca a su negra que dicen honra,
|
||
|
|
tomaba una paja de las que aun asaz no había en casa, y salía a la
|
||
|
|
puerta escarbando los dientes que nada entre sí tenían, quejándose
|
||
|
|
todavía de aquel mal solar diciendo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Malo está de ver, que la desdicha desta vivienda lo hace. Como ves, es
|
||
|
|
lóbrega, triste, obscura. Mientras aquí estuviéremos, hemos de padecer.
|
||
|
|
Ya deseo que se acabe este mes por salir della."
|
||
|
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|
||
|
|
Pues, estando en esta afligida y hambrienta persecución un día, no sé
|
||
|
|
por cual dicha o ventura, en el pobre poder de mi amo entró un real,
|
||
|
|
con el cual él vino a casa tan ufano como si tuviera el tesoro de
|
||
|
|
Venecia; y con gesto muy alegre y risueño me lo dio, diciendo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Toma, Lázaro, que Dios ya va abriendo su mano. Ve a la plaza y merca
|
||
|
|
pan y vino y carne: ¡quebremos el ojo al diablo! Y más, te hago saber,
|
||
|
|
porque te huelgues, que he alquilado otra casa, y en ésta desastrada no
|
||
|
|
hemos de estar más de en cumplimiento el mes. ¡Maldita sea ella y el
|
||
|
|
que en ella puso la primera teja, que con mal en ella entré! Por
|
||
|
|
Nuestro Señor, cuanto ha que en ella vivo, gota de vino ni bocado de
|
||
|
|
carne no he comido, ni he habido descanso ninguno; mas ¡tal vista tiene
|
||
|
|
y tal obscuridad y tristeza! Ve y ven presto, y comamos hoy como
|
||
|
|
condes."
|
||
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|
|
||
|
|
Tomo mi real y jarro y a los pies dándoles priesa, comienzo a subir mi
|
||
|
|
calle encaminando mis pasos para la plaza muy contento y alegre. Mas
|
||
|
|
¿qué me aprovecha si está constituido en mi triste fortuna que ningún
|
||
|
|
gozo me venga sin zozobra? Y ansí fue éste; porque yendo la calle
|
||
|
|
arriba, echando mi cuenta en lo que le emplearía que fuese mejor y más
|
||
|
|
provechosamente gastado, dando infinitas gracias a Dios que a mi amo
|
||
|
|
había hecho con dinero, a deshora me vino al encuentro un muerto, que
|
||
|
|
por la calle abajo muchos clérigos y gente en unas andas traían.
|
||
|
|
Arriméme a la pared por darles lugar, y desque el cuerpo pasó, venían
|
||
|
|
luego a par del lecho una que debía ser mujer del difunto, cargada de
|
||
|
|
luto, y con ella otras muchas mujeres; la cual iba llorando a grandes
|
||
|
|
voces y diciendo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Marido y señor mío, ¿adónde os me llevan? ¡A la casa triste y
|
||
|
|
desdichada, a la casa lóbrega y obscura, a la casa donde nunca comen ni
|
||
|
|
beben!"
|
||
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|
||
|
|
Yo que aquello oí, juntóseme el cielo con la tierra, y dije:
|
||
|
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|
||
|
|
"¡Oh desdichado de mí! Para mi casa llevan este muerto."
|
||
|
|
|
||
|
|
Dejo el camino que llevaba y hendí por medio de la gente, y vuelvo por
|
||
|
|
la calle abajo a todo el más correr que pude para mi casa, y entrando
|
||
|
|
en ella cierro a grande priesa, invocando el auxilio y favor de mi amo,
|
||
|
|
abrazándome dél, que me venga a ayudar y a defender la entrada. El cual
|
||
|
|
algo alterado, pensando que fuese otra cosa, me dijo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"¿Qué es eso, mozo? ¿Qué voces das? ¿Qué has? ¿Por qué cierras la
|
||
|
|
puerta con tal furia?"
|
||
|
|
|
||
|
|
"¡Oh señor -dije yo- acuda aquí, que nos traen acá un muerto!"
|
||
|
|
|
||
|
|
"¿Cómo así?", respondió él.
|
||
|
|
|
||
|
|
"Aquí arriba lo encontré, y venía diciendo su mujer: "Marido y señor
|
||
|
|
mio, ¿adónde os llevan? ¡A la casa lóbrega y obscura, a la casa triste
|
||
|
|
y desdichada, a la casa donde nunca comen ni beben! Acá, señor, nos le
|
||
|
|
traen."
|
||
|
|
|
||
|
|
Y ciertamente, cuando mi amo esto oyó, aunque no tenía por qué estar
|
||
|
|
muy risueño, rio tanto que muy gran rato estuvo sin poder hablar. En
|
||
|
|
este tiempo tenía ya yo echada la aldaba a la puerta y puesto el hombro
|
||
|
|
en ella por más defensa. Pasó la gente con su muerto, y yo todavía me
|
||
|
|
recelaba que nos le habían de meter en casa; y después fue ya más harto
|
||
|
|
de reír que de comer, el bueno de mi amo díjome:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Verdad es, Lázaro; según la viuda lo va diciendo, tú tuviste razón de
|
||
|
|
pensar lo que pensaste. Mas, pues Dios lo ha hecho mejor y pasan
|
||
|
|
adelante, abre, abre, y ve por de comer."
|
||
|
|
|
||
|
|
"Dejálos, señor, acaben de pasar la calle", dije yo.
|
||
|
|
|
||
|
|
Al fin vino mi amo a la puerta de la calle, y ábrela esforzándome, que
|
||
|
|
bien era menester, según el miedo y alteración, y me torno a encaminar.
|
||
|
|
Mas aunque comimos bien aquel día, maldito el gusto yo tomaba en ello,
|
||
|
|
ni en aquellos tres días torné en mi color; y mi amo muy risueño todas
|
||
|
|
las veces que se le acordaba aquella mi cosideración.
|
||
|
|
|
||
|
|
De esta manera estuve con mi tercero y pobre amo, que fue este
|
||
|
|
escudero, algunos días, y en todos deseando saber la intención de su
|
||
|
|
venida y estada en esta tierra; porque desde el primer día que con él
|
||
|
|
asenté, le conocí ser estranjero, por el poco conocimiento y trato que
|
||
|
|
con los naturales della tenía. Al fin se cumplió mi deseo y supe lo que
|
||
|
|
deseaba; porque un día que habíamos comido razonablemente y estaba algo
|
||
|
|
contento, contóme su hacienda y díjome ser de Castilla la Vieja, y que
|
||
|
|
había dejado su tierra no más de por no quitar el bonete a un caballero
|
||
|
|
su vecino.
|
||
|
|
|
||
|
|
"Señor -dije yo- si él era lo que decís y tenía más que vos, ¿no
|
||
|
|
errábades en no quitárselo primero, pues decís que él también os lo
|
||
|
|
quitaba?"
|
||
|
|
|
||
|
|
"Sí es, y sí tiene, y también me lo quitaba él a mí; mas, de cuantas
|
||
|
|
veces yo se le quitaba primero, no fuera malo comedirse él alguna y
|
||
|
|
ganarme por la mano."
|
||
|
|
|
||
|
|
"Paréceme, señor -le dije yo- que en eso no mirara, mayormente con mis
|
||
|
|
mayores que yo y que tienen más."
|
||
|
|
|
||
|
|
"Eres mochacho -me respondió- y no sientes las cosas de la honra, en
|
||
|
|
que el día de hoy está todo el caudal de los hombres de bien. Pues te
|
||
|
|
hago saber que yo soy, como vees, un escudero; mas ¡vótote a Dios!, si
|
||
|
|
al conde topo en la calle y no me quita muy bien quitado del todo el
|
||
|
|
bonete, que otra vez que venga, me sepa yo entrar en una casa,
|
||
|
|
fingiendo yo en ella algún negocio, o atravesar otra calle, si la hay,
|
||
|
|
antes que llegue a mí, por no quitárselo. Que un hidalgo no debe a otro
|
||
|
|
que a Dios y al rey nada, ni es justo, siendo hombre de bien, se
|
||
|
|
descuide un punto de tener en mucho su persona. Acuérdome que un día
|
||
|
|
deshonré en mi tierra a un oficial, y quise ponerle las manos, porque
|
||
|
|
cada vez que le topaba me decía: «Mantenga Dios a vuestra merced.»
|
||
|
|
«Vos, don villano ruin -le dije yo- ¿por qué no sois bien criado?
|
||
|
|
¿Manténgaos Dios, me habéis de decir, como si fuese quienquiera?» De
|
||
|
|
allí adelante, de aquí acullá, me quitaba el bonete y hablaba como
|
||
|
|
debía."
|
||
|
|
|
||
|
|
"¿Y no es buena manera de saludar un hombre a otro -dije yo- decirle
|
||
|
|
que le mantenga Dios?"
|
||
|
|
|
||
|
|
"¡Mira mucho de enhoramala! -dijo él-. A los hombres de poca arte dicen
|
||
|
|
eso, mas a los más altos, como yo, no les han de hablar menos de: «Beso
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las manos de vuestra merced», o por lo menos: «Bésoos, señor, las
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manos», si el que me habla es caballero. Y ansí, de aquél de mi tierra
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que me atestaba de mantenimiento nunca más le quise sufrir, ni sufriría
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ni sufriré a hombre del mundo, del rey abajo, que «Manténgaos Dios» me
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diga."
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"Pecador de mí -dije yo-, por eso tiene tan poco cuidado de mantenerte,
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pues no sufres que nadie se lo ruegue."
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"Mayormente -dijo- que no soy tan pobre que no tengo en mi tierra un
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solar de casas, que a estar ellas en pie y bien labradas, diez y seis
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leguas de donde nací, en aquella Costanilla de Valladolid, valdrían más
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de doscientas veces mil maravedís, según se podrían hacer grandes y
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buenas; y tengo un palomar que, a no estar derribado como está, daría
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cada año más de doscientos palominos; y otras cosas que me callo, que
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dejé por lo que tocaba a mi honra. Y vine a esta ciudad, pensando que
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hallaría un buen asiento, mas no me ha sucedido como pensé. Canónigos y
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señores de la iglesia, muchos hallo, mas es gente tan limitada que no
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los sacaran de su paso todo el mundo. Caballeros de media talla,
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también me ruegan; mas servir con éstos es gran trabajo, porque de
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hombre os habéis de convertir en malilla y si no. «Andá con Dios» os
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dicen. Y las más veces son los pagamentos a largos plazos, y las más y
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las más ciertas, comido por servido. Ya cuando quieren reformar
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conciencia y satisfaceros vuestros sudores, sois librados en la
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recámara, en un sudado jubón o raída capa o sayo. Ya cuando asienta un
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hombre con un señor de título, todavía pasa su laceria. ¿Pues por
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ventura no hay en mi habilidad para servir y contestar a éstos? Por
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Dios, si con él topase, muy gran su privado pienso que fuese y que mil
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servicios le hiciese, porque yo sabría mentille tan bien como otro, y
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agradalle a las mil maravillas: reílle ya mucho sus donaires y
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costumbres, aunque no fuesen las mejores del mundo; nunca decirle cosa
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con que le pesase, aunque mucho le cumpliese; ser muy diligente en su
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persona en dicho y hecho; no me matar por no hacer bien las cosas que
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él no había de ver, y ponerme a reñir, donde lo oyese, con la gente de
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servicio, porque pareciese tener gran cuidado de lo que a él tocaba; si
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riñese con algún su criado, dar unos puntillos agudos para la encender
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la ira y que pareciesen en favor del culpado; decirle bien de lo que
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bien le estuviese y, por el contrario, ser malicioso, mofador, malsinar
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a los de casa y a los de fuera; pesquisar y procurar de saber vidas
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ajenas para contárselas; y otras muchas galas de esta calidad que hoy
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día se usan en palacio. Y a los señores dél parecen bien, y no quieren
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ver en sus casas hombres virtuosos, antes los aborrecen y tienen en
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poco y llaman necios y que no son personas de negocios ni con quien el
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señor se puede descuidar. Y con éstos los astutos usan, como digo, el
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día de hoy, de lo que yo usaría. Mas no quiere mi ventura que le
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halle."
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Desta manera lamentaba también su adversa fortuna mi amo, dándome
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relación de su persona valerosa.
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Pues, estando en esto, entró por la puerta un hombre y una vieja. El
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hombre le pide el alquiler de la casa y la vieja el de la cama. Hacen
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cuenta, y de dos en dos meses le alcanzaron lo que él en un año no
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alcanzara: pienso que fueron doce o trece reales. Y él les dio muy
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buena respuesta: que saldría a la plaza a trocar una pieza de a dos, y
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que a la tarde volviese. Mas su salida fue sin vuelta. Por manera que a
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la tarde ellos volvieron, mas fue tarde. Yo les dije que aún no era
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venido. Venida la noche, y él no, yo hube miedo de quedar en casa solo,
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y fuime a las vecinas y contéles el caso, y allí dormí. Venida la
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mañana, los acreedores vuelven y preguntan por el vecino, mas a estotra
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puerta. Las mujeres le responden: "Veis aquí su mozo y la llave de la
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puerta."
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Ellos me préguntaron por él y díjele que no sabía adónde estaba y que
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tampoco había vuelto a casa desde que salió a trocar la pieza, y que
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pensaba que de mí y de ellos se había ido con el trueco. De que esto me
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oyeron, van por un alguacil y un escribano. Y helos do vuelven luego
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con ellos, y toman la llave, y llámanme, y llaman testigos, y abren la
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puerta, y entran a embargar la hacienda de mi amo hasta ser pagados de
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su deuda. Anduvieron toda la casa y halláronla desembarazada, como he
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contado, y dícenme:
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"¿Qué es de la hacienda de tu amo, sus arcas y paños de pared y alhajas
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de casa?"
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"No sé yo eso", le respondí.
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"Sin duda -dicen ellos- esta noche lo deben de haber alzado y llevado a
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alguna parte. Señor alguacil, prended a este mozo, que él sabe dónde
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está."
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En esto vino el alguacil, y echóme mano por el collar del jubón,
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diciendo:
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"Mochacho, tú eres preso si no descubres los bienes deste tu amo."
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Yo, como en otra tal no me hubiese visto -porque asido del collar, sí,
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había sido muchas e infinitas veces, mas era mansamente dél trabado,
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para que mostrase el camino al que no vía- yo hube mucho miedo, y
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llorando prometíle de decir lo que preguntaban.
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"Bien está -dicen ellos-, pues di todo lo que sabes, y no hayas temor."
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Sentóse el escribano en un poyo para escrebir el inventario,
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preguntándome qué tenía.
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"Señores -dije yo-, lo que este mi amo tiene, según él me dijo, es un
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muy buen solar de casas y un palomar derribado."
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"Bien está -dicen ellos-. Por poco que eso valga, hay para nos entregar
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de la deuda. ¿Y a qué parte de la ciudad tiene eso?", me preguntaron.
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"En su tierra", respondí.
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"Por Dios, que está bueno el negocio -dijeron ellos-. ¿Y adónde es su
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tierra?"
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"De Castilla la Vieja me dijo él que era", le dije yo.
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Riéronse mucho el alguacil y el escribano, diciendo:
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"Bastante relación es ésta para cobrar vuestra deuda, aunque mejor
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fuese."
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Las vecinas, que estaban presentes, dijeron:
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"Señores, éste es un niño inocente, y ha pocos días que está con ese
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escudero, y no sabe dél más que vuestras merecedes, sino cuánto el
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pecadorcico se llega aquí a nuestra casa, y le damos de comer lo que
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podemos por amor de Dios, y a las noches se iba a dormir con él."
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Vista mi inocencia, dejáronme, dándome por libre. Y el alguacil y el
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|
escribano piden al hombre y a la mujer sus derechos, sobre lo cual
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|
|
tuvieron gran contienda y ruido, porque ellos alegaron no ser obligados
|
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|
|
a pagar, pues no había de qué ni se hacía el embargo. Los otros decían
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|
que habían dejado de ir a otro negocio que les importaba más por venir
|
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|
|
a aquél. Finalmente, después de dadas muchas voces, al cabo carga un
|
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|
porquerón con el viejo alfamar de la vieja, aunque no iba muy cargado.
|
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|
Allá van todos cinco dando voces. No sé en qué paró. Creo yo que el
|
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|
|
pecador alfamar pagara por todos, y bien se empleaba, pues el tiempo
|
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|
que había de reposar y descansar de los trabajos pasados, se andaba
|
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|
|
alquilando.
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|
Así, como he contado, me dejó mi pobre tercero amo, do acabé de conocer
|
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|
mi ruin dicha, pues, señalándose todo lo que podría contra mí, hacía
|
||
|
|
mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los
|
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|
mozos, en mí no fuese ansí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí.
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|
Tratado Cuarto
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Cómo Lázaro se asentó con un fraile de la Merced, y de lo que le
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|
acaeció con él
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Hube de buscar el cuarto, y éste fue un fraile de la Merced, que las
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mujercillas que digo me encaminaron, al cual ellas le llamaban
|
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|
pariente: gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por
|
||
|
|
andar fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar, tanto que pienso
|
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|
|
que rompía él más zapatos que todo el convento. Éste me dio los
|
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|
|
primeros zapatos que rompí en mi vida, mas no me duraron ocho días, ni
|
||
|
|
yo pude con su trote durar más. Y por esto y por otras cosillas que no
|
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digo, salí dél.
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|
Tratado Quinto
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|
Cómo Lázaro se asentó con un buldero, y de las cosas que con él pasó
|
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|
En el quinto por mi ventura di, que fue un buldero, el más desenvuelto
|
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|
y desvengonzado y el mayor echador dellas que jamás yo vi ni ver espero
|
||
|
|
ni pienso que nadie vio; porque tenía y buscaba modos y maneras y muy
|
||
|
|
sotiles invenciones.
|
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|
|
En entrando en los lugares do habían de presentar la bula, primero
|
||
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|
presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas, no tampoco de mucho
|
||
|
|
valor ni substancia: una lechuga murciana, si era por el tiempo, un par
|
||
|
|
de limas o naranjas, un melocotón, un par de duraznos, cada sendas
|
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|
|
peras verdiniales. Ansí procuraba tenerlos propicios porque
|
||
|
|
favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses a tomar la bula.
|
||
|
|
|
||
|
|
Ofreciéndosele a él las gracias, informábase de la suficiencia dellos.
|
||
|
|
Si decían que entendían, no hablaba palabra en latín por no dar
|
||
|
|
tropezón; mas aprovechábase de un gentil y bien cortado romance y
|
||
|
|
desenvoltísima lengua. Y si sabía que los dichos clérigos eran de los
|
||
|
|
reverendos, digo que más con dineros que con letras y con reverendas se
|
||
|
|
ordena, hacíase entre ellos un Santo Tomás y hablaba dos horas en
|
||
|
|
latín: a lo menos, que lo parecía aunque no lo era.
|
||
|
|
|
||
|
|
Cuando por bien no le tomaban las bulas, buscaba cómo por mal se las
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||
|
|
tomasen, y para aquello hacía molestias al pueblo e otras veces con
|
||
|
|
mañosos artificios. Y porque todos los que le veía hacer sería largo de
|
||
|
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contar, diré uno muy sotil y donoso, con el cual probaré bien su
|
||
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suficiencia.
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En un lugar de la Sagra de Toledo había predicado dos o tres días,
|
||
|
|
haciendo sus acostumbradas diligencias, y no le habían tomado bula, ni
|
||
|
|
a mi ver tenían intención de se la tomar. Estaba dado al diablo con
|
||
|
|
aquello y, pensando qué hacer, se acordó de convidar al pueblo, para
|
||
|
|
otro día de mañana despedir la bula.
|
||
|
|
|
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|
Y esa noche, después de cenar, pusiéronse a jugar la colación él y el
|
||
|
|
alguacil, y sobre el juego vinieron a reñir y a haber malas palabras.
|
||
|
|
Él llamó al alguacil ladrón, y el otro a él falsario. Sobre esto, el
|
||
|
|
señor comisario mi señor tomó un lanzón que en el portal do jugaban
|
||
|
|
estaba. El aguacil puso mano a su espada, que en la cinta tenía. Al
|
||
|
|
ruido y voces y que todos dimos, acuden los huéspedes y vecinos y
|
||
|
|
métense en medio, y ellos muy enojados procurándose desembarazar de los
|
||
|
|
que en medio estaban, para se matar. Mas como la gente al gran ruido
|
||
|
|
cargase y la casa estuviese llena della, viendo que no podían
|
||
|
|
afrentarse con las armas, decíanse palabras injuriosas, entre las
|
||
|
|
cuales el alguacil dijo a mi amo que era falsario y las bulas que
|
||
|
|
predicaba que eran falsas.
|
||
|
|
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||
|
|
Finalmente, que los del pueblo, viendo que no bastaban a ponellos en
|
||
|
|
paz, acordaron de llevar el alguacil de la posada a otra parte. Y así
|
||
|
|
quedó mi amo muy enojado; y después que los huéspedes y vecinos le
|
||
|
|
hubieron rogado que perdiese el enojo y se fuese a dormir, se fue. Y
|
||
|
|
así nos echamos todos.
|
||
|
|
|
||
|
|
La mañana venida, mi amo se fue a la iglesia y mandó tañer a misa y al
|
||
|
|
sermón para despedir la bula. Y el pueblo se juntó, el cual andaba
|
||
|
|
murmurando de las bulas, diciendo como eran falsas y que el mesmo
|
||
|
|
alguacil riñendo lo había descubierto; de manera que tras que tenían
|
||
|
|
mala gana de tomalla, con aquello de todo la aborrecieron.
|
||
|
|
|
||
|
|
El señor comisario se subió al púlpito y comienza su sermón, y a animar
|
||
|
|
la gente a que no quedasen sin tanto bien e indulgencia como la santa
|
||
|
|
bula traía. Estando en lo mejor del sermón, entra por la puerta de la
|
||
|
|
iglesia el alguacil y, desque hizo oración, levantóse y con voz alta y
|
||
|
|
pausada cuerdamente comenzó a decir:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Buenos hombres, oídme una palabra, que después oiréis a quien
|
||
|
|
quisiéredes. Yo vine aquí con este echacuervo que os predica, el cual
|
||
|
|
engañó y dijo que le favoreciese en este negocio y que partiríamos la
|
||
|
|
ganancia. Y agora, visto el daño que haría a mi conciencia y a vuestras
|
||
|
|
haciendas, arrepentido de lo hecho, os declaro claramente que las bulas
|
||
|
|
que predica son falsas, y que no le creáis ni las toméis, y que yo
|
||
|
|
_directe_ ni _indirecte_ no soy parte en ellas, y que desde agora dejo
|
||
|
|
la vara y doy con ella en el suelo; y si algún tiempo éste fuere
|
||
|
|
castigado por la falsedad, que vosotros me seáis testigos como yo no
|
||
|
|
soy con él ni le doy a ello ayuda, antes os desengaño y declaro su
|
||
|
|
maldad."
|
||
|
|
|
||
|
|
Y acabó su razonamiento. Algunos hombres honrados que allí estaban se
|
||
|
|
quisieron levantar y echar el alguacil fuera de la iglesia, por evitar
|
||
|
|
escándalo. Mas mi amo les fue a la mano y mandó a todos que so pena de
|
||
|
|
excomunión no le estorbasen, mas que le dejasen decir todo lo que
|
||
|
|
quisiese. Y ansí, él también tuvo silencio, mientras el alguacil dijo
|
||
|
|
todo lo que he dicho.
|
||
|
|
|
||
|
|
Como calló, mi amo le preguntó, si quería decir más, que lo dijese. El
|
||
|
|
alguacil dijo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Harto hay más que decir de vos y de vuestra falsedad, mas por agora
|
||
|
|
basta."
|
||
|
|
|
||
|
|
El señor comisario se hincó de rodillas en el púlpito y, puestas las
|
||
|
|
manos y mirando al cielo, dijo ansí:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Señor Dios, a quien ninguna cosa es escondida, antes todas
|
||
|
|
manifiestas, y a quien nada es imposible, antes todo posible, tú sabes
|
||
|
|
la verdad y cuán injustamente yo soy afrentado. En lo que a mí toca, yo
|
||
|
|
lo perdono porque tú, Señor, me perdones. No mires a aquél que no sabe
|
||
|
|
lo que hace ni dice; mas la injuria a ti hecha, te suplico, y por
|
||
|
|
justicia te pido, no disimules; porque alguno que está aquí, que por
|
||
|
|
ventura pensó tomar aquesta santa bula, dando crédito a las falsas
|
||
|
|
palabras de aquel hombre, lo dejará de hacer. Y pues es tanto perjuicio
|
||
|
|
del prójimo, te suplico yo, Señor, no lo disimules, mas luego muestra
|
||
|
|
aquí milagro, y sea desta manera: que si es verdad lo que aquél dice y
|
||
|
|
que traigo maldad y falsedad, este púlpito se hunda conmigo y meta
|
||
|
|
siete estados debajo de tierra, do él ni yo jamás parezcamos. Y si es
|
||
|
|
verdad lo que yo digo y aquél, persuadido del demonio, por quitar y
|
||
|
|
privar a los que están presentes de tan gran bien, dice maldad, también
|
||
|
|
sea castigado y de todos conocida su malicia."
|
||
|
|
|
||
|
|
Apenas había acabado su oración el devoto señor mío, cuando el negro
|
||
|
|
alguacil cae de su estado y da tan gran golpe en el suelo que la
|
||
|
|
iglesia toda hizo resonar, y comenzó a bramar y echar espumajos por la
|
||
|
|
boca y torcella, y hacer visajes con el gesto, dando de pie y de mano,
|
||
|
|
revolviéndose por aquel suelo a una parte y a otra. El estruendo y
|
||
|
|
voces de la gente era tan grande, que no se oían unos a otros. Algunos
|
||
|
|
estaban espantados y temerosos. Unos decían:
|
||
|
|
|
||
|
|
"El Señor le socorra y valga."
|
||
|
|
|
||
|
|
Otros:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Bien se le emplea, pues levantaba tan falso testimonio."
|
||
|
|
|
||
|
|
Finalmente, algunos que allí estaban, y a mi parecer no sin harto
|
||
|
|
temor, se llegaron y le trabaron de los brazos, con los cuales daba
|
||
|
|
fuertes puñadas a los que cerca dél estaban. Otros le tiraban por las
|
||
|
|
piernas y tuvieron reciamente, porque no había mula falsa en el mundo
|
||
|
|
que tan recias coces tirase. Y así le tuvieron un gran rato, porque más
|
||
|
|
de quince hombres estaban sobre él, y a todos daba las manos llenas, y
|
||
|
|
si se descuidaban, en los hocicos.
|
||
|
|
|
||
|
|
A todo esto, el señor mi amo estaba en el púlpito de rodillas, las
|
||
|
|
manos y los ojos puestos en el cielo, transportado en la divina
|
||
|
|
esencia, que el planto y ruido y voces que en la iglesia había no eran
|
||
|
|
parte para apartalle de su divina contemplación.
|
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|
||
|
|
Aquellos buenos hombres llegaron a él, y dando voces le despertaron y
|
||
|
|
le suplicaron quisiese socorrer a aquel pobre que estaba muriendo, y
|
||
|
|
que no mirase a las cosas pasadas ni a sus dichos malos, pues ya dellos
|
||
|
|
tenía el pago; mas si en algo podría aprovechar para librarle del
|
||
|
|
peligro y pasión que padecía, por amor de Dios lo hiciese, pues ellos
|
||
|
|
veían clara la culpa del culpado y la verdad y bondad suya, pues a su
|
||
|
|
petición y venganza el Señor no alargó el castigo.
|
||
|
|
|
||
|
|
El señor comisario, como quien despierta de un dulce sueño, los miró y
|
||
|
|
miró al delincuente y a todos los que alderredor estaban, y muy
|
||
|
|
pausadamente les dijo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Buenos hombres, vosotros nunca habíades de rogar por un hombre en
|
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quien Dios tan señaladamente se ha señalado; mas pues él nos manda que
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no volvamos mal por mal y perdonemos las injurias, con confianza
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podremos suplicarle que cumpla lo que nos manda, y Su Majestad perdone
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a éste que le ofendió poniendo en su santa fe obstáculo. Vamos todos a
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suplicalle."
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Y así bajó del púlpito y encomendó a que muy devotamente suplicasen a
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Nuestro Señor tuviese por bien de perdonar a aquel pecador, y volverle
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en su salud y sano juicio, y lanzar dél el demonio, si Su Majestad
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había permitido que por su gran pecado en él entrase. Todos se hincaron
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de rodillas, y delante del altar con los clérigos comenzaban a cantar
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con voz baja una letanía. Y viniendo él con la cruz y agua bendita,
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después de haber sobre él cantado, el señor mi amo, puestas las manos
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al cielo y los ojos que casi nada se le parecía sino un poco de blanco,
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comienza una oración no menos larga que devota, con la cual hizo llorar
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a toda la gente como suelen hazer en los sermones de Pasión, de
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predicador y auditorio devoto, suplicando a Nuestro Señor, pues no
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quería la muerte del pecador, sino su vida y arrepentimiento, que aquel
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encaminado por el demonio y persuadido de la muerte y pecado, le
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quisiese perdonar y dar vida y salud, para que se arrepintiese y
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confesase sus pecados.
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Y esto hecho, mandó traer la bula y púsosela en la cabeza; y luego el
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pecador del alguacil comenzó poco a poco a estar mejor y tornar en sí.
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Y desque fue bien vuelto en su acuerdo, echóse a los pies del señor
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comisario y demandóle perdón, y confesó haber dicho aquello por la boca
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y mandamiento del demonio, lo uno por hacer a él daño y vengarse del
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enojo, lo otro y más principal, porque el demonio recibía mucha pena
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del bien que allí se hiciera en tomar la bula. El señor mi amo le
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perdonó, y fueron hechas las amistades entre ellos; y a tomar la bula
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hubo tanta priesa, que casi ánima viviente en el lugar no quedó sin
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ella: marido y mujer, e hijos e hijas, mozos y mozas.
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Divulgóse la nueva de lo acaecido por los lugares comarcanos, y cuando
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a ellos llegábamos, no era menester sermón ni ir a la iglesia, que a la
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posada la venían a tomar como si fueran peras que se dieran de balde.
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De manera que en diez o doce lugares de aquellos alderredores donde
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fuimos, echó el señor mi amo otras tantas mil bulas sin predicar
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sermón.
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Cuando él hizo el ensayo, confieso mi pecado que también fui dello
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espantado y creí que ansí era, como otros muchos; mas con ver después
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la risa y burla que mi amo y el alguacil llevaban y hacían del negocio,
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conocí como había sido industriado por el industrioso e inventivo de mi
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amo. {Acaeciónos en otro lugar, el cual no quiero nombrar por su honra,
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lo siguiente; y fue que mi amo predicó dos o tres sermones y do a Dios
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la bula tomaban. Visto por el asunto de mi amo lo que pasaba y que,
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aunque decía se fiaban por un año, no aprovechaba y que estaban tan
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rebeldes en tomarla y que su trabajo era perdido, hizo tocar las
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campanas para despedirse. Y hecho su sermón y despedido desde el
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púlpito, ya que se quería abajar, llamó al escribano y a mí, que iba
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cargado con unas alforjas, e hízonos llegar al primer escalón, y tomó
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al alguacil las que en las manos llevaba y las que no tenía en las
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alforjas, púsolas junto a sus pies, y tornóse a poner en el púlpito con
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cara alegre y arrojar desde allí de diez en diez y de veinte en veinte
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de sus bulas hacia todas partes, diciendo:
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"Hermanos míos, tomad, tomad de las gracias que Dios os envía hasta
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vuestras casas, y no os duela, pues es obra tan pía la redención de los
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captivos cristianos que están en tierra de moros. Porque no renieguen
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nuestra santa fe y vayan a las penas del infierno, siquiera ayudadles
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con vuestra limosna y con cinco paternostres y cinco avemarías, para
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que salgan de cautiverio. Y aun también aprovechan para los padres y
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hermanos y deudos que tenéis en el Purgatorio, como lo veréis en esta
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santa bula."
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Como el pueblo las vio ansí arrojar, como cosa que se daba de balde y
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ser venida de la mano de Dios, tomaban a más tomar, aun para los niños
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de la cuna y para todos sus defuntos, contando desde los hijos hasta el
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menor criado que tenían, contándolos por los dedos. Vímonos en tanta
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priesa, que a mí aínas me acabaran de romper un pobre y viejo sayo que
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traía, de manera que certifico a V.M. que en poco más de una hora no
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quedó bula en las alforjas, y fue necesario ir a la posada por más.
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Acabados de tomar todos, dijo mi amo desde el púlpito a su escribano y
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al del concejo que se levantasen y, para que se supiese quién eran los
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que habían de gozar de la santa indulgencia y perdones de la santa bula
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y para que él diese buena cuenta a quien le había enviado, se
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escribiesen. Y así luego todos de muy buena voluntad decían las que
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habían tomado, contando por orden los hijos y criados y defuntos. Hecho
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su inventario, pidió a los alcaldes que por caridad, porque él tenía
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que hacer en otra parte, mandasen al escribano le diese autoridad del
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inventario y memoria de las que allí quedaban, que, según decía el
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escribano, eran más de dos mil. Hecho esto, él se despedió con mucha
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paz y amor, y ansí nos patrimos deste lugar; y aun, antes que nos
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partiésemos, fue preguntado él por el teniente cura del lugar y por los
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regidores si la bula aprovechaba para las criaturas que estaban en el
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vientre de sus madres, a lo cual él respondió que según las letras que
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él había estudiado que no, que lo fuesen a preguntar a los doctores más
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antiguos que él, y que esto era lo que sentía en este negocio.
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E ansí nos partimos, yendo todos muy alegres del buen negocio. Decía mi
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amo al alguacil y escribano:
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"¿Qué os parece, como a estos villanos, que con solo decir »Cristianos
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viejos somos», sin hacer obras de caridad, se piensan salvar sin poner
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nada de su hacienda? Pues, por vida del licenciado Pascasio Gómez, que
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a su costa se saquen más de diez cautivos."
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Y ansí nos fuimos hasta otro lugar de aquel cabo de Toledo, hacia la
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Mancha, que se dice, adonde topamos otros más obtinados en tomar bulas.
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Hechas mi amo y los demás que íbamos nuestras diligencias, en dos
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fiestas que allí estuvimos no se habían echado treinta bulas. Visto por
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mi amo la gran perdición y la mucha costa que traía, (y) el ardideza
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que el sotil de mi amo tuvo para hacer despender sus bulas, fue que
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este día dija la misa mayor, y después de acabado el sermón y vuelto al
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altar, tomó una cruz que traía de poco más de un palmo, y en un brasero
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de lumbre que encima del altar había, el cual habían traído para
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calentarse las manos porque hacía gran frío, púsole detrás del misal
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sin que nadie mirase en ello, y allí sin decir nada puso la cruz encima
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la lumbre. Y, ya que hubo acabado la misa y echada la bendición, tomóla
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con un pañizuelo, bien envuelta la cruz en la mano derecha y en la otra
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la bula, y ansí se bajó hasta la postrera grada del altar, adonde hizo
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que besaba la cruz, e hizo señal que viniesen adorar la cruz.
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Y ansí vinieron los alcaldes los primeros y los más ancianos del lugar,
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viniendo uno a uno como se usa. Y el primero que llegó, que era un
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alcalde viejo, aunque él le dio a besar la cruz bien delicadamente, se
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abrasó los rostros y se quitó presto afuera. Lo cual visto por mi amo,
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|
le dijo:
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"¡Paso, quedo, señor alcalde! ¡Milagro!"
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Y ansí hicieron otros siete o ocho, y a todos les decía:
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|
"¡Paso, señores! ¡Milagro!"
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Cuando él vido que los rostriquemados bastaban para testigos del
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milagro, no la quiso dar más a besar. Subióse al pie del altar y de
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|
allí decía cosas maravillosas, diciendo que por la poca caridad que
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|
había en ellos había Dios permitido aquel milagro y que aquella cruz
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había de ser llevada a la santa iglesia mayor de su Obispado; que por
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|
la poca caridad que en el pueblo había, la cruz ardía. Fue tanta la
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|
prisa que hubo en el tomar de la bula, que no bastaban dos escribanos
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|
ni los clérigos ni sacristanes a escribir. Creo de cierto que se
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tomaron más de tres mil bulas, como tengo dicho a V.M. Después, al
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|
partir, él fue con gran reverencia, como es razón, a tomar la santa
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cruz, diciendo que la había de hacer engastonar en oro, como era razón.
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|
Fue rogado mucho del concejo y clérigos del lugar les dejase allí
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|
aquella santa cruz por memoria del milagro allí acaecido. Él en ninguna
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|
manera lo quería hacer y al fin, rogado de tantos, se la dejó; con que
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|
le dieron otra cruz vieja que tenían antigua de plata, que podrá pesar
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dos o tres libras, según decían.
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Y ansí nos partimos alegres con el buen trueque y con haber negociado
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bien. En todo no vio nadie lo susodicho sino yo, porque me subía par
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del altar para ver si había quedado algo en las ampollas, para ponello
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|
en cobro, como otras veces yo lo tenía de costumbre. Y como allí me
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|
vio, púsose el dedo en la boca haciéndome señal que callase. Yo ansí lo
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|
hice porque me cumplía, aunque, después que vi el milagro, no cabía en
|
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|
|
mí por echallo fuera, sino que el temor de mi astuto amo no me lo
|
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|
dejaba comunicar con nadie, ni nunca de mí salió, porque me tomó
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|
juramento que no descubriese el milagro. Y ansí lo hice hasta agora}. Y
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|
aunque mochacho, cayóme mucho en gracia, y dije entre mí:
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"¡Cuántas destas deben hacer estos burladores entre la inocente gente!"
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|
Finalmente, estuve con este mi quinto amo cerca de cuatro meses, en los
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|
cuales pasé también hartas fatigas{, aunque me daba bien de comer a
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|
costa de los curas y otros clérigos do iba a predicar.}
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|
Tratado Sexto
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|
Cómo Lázaro se asentó con un capellán, y lo que con él pasó
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Después desto, asenté con un maestro de pintar panderos para molelle
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|
los colores, y también sufrí mil males.
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|
Siendo ya en este tiempo buen mozuelo, entrando un día en la iglesia
|
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|
mayor, un capellán della me recibió por suyo, y púsome en poder un asno
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|
|
y cuatro cántaros y un azote, y comencé a echar agua por la cibdad.
|
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|
Éste fue el primer escalón que yo subí para venir a alcanzar buena
|
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|
vida, porque mi boca era medida. Daba cada día a mi amo treinta
|
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|
maravedís ganados, y los sábados ganaba para mí, y todo lo demás, entre
|
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|
|
semana, de treinta maravedís.
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|
Fueme tan bien en el oficio que al cabo de cuatro años que lo usé, con
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|
|
poner en la ganancia buen recaudo, ahorré para me vestir muy
|
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|
honradamente de la ropa vieja, de la cual compré un jubón de fustán
|
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|
viejo y un sayo raído de manga tranzada y puerta, y una capa que había
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|
sido frisada, y una espada de las viejas primeras de Cuéllar.
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Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su
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|
asno, que no quería más seguir aquel oficio.
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|
Tratado Séptimo
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Cómo Lázaro se asentó con un alguacil, y de lo que le acaeció con él
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Despedido del capellán, asenté por hombre de justicia con un alguacil,
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|
mas muy poco viví con él, por parecerme oficio peligroso; mayormente,
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|
|
que una noche nos corrieron a mí y a mi amo a pedradas y a palos unos
|
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|
|
retraídos, y a mi amo, que esperó, trataron mal, mas a mí no me
|
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|
|
alcanzaron. Con esto renegué del trato.
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|
Y pensando en qué modo de vivir haría mi asiento por tener descanso y
|
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|
|
ganar algo para la vejez, quiso Dios alumbrarme y ponerme en camino y
|
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|
|
manera provechosa; y con favor que tuve de amigos y señores, todos mis
|
||
|
|
trabajos y fatigas hasta entonces pasados fueron pagados con alcanzar
|
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|
|
lo que procuré, que fue un oficio real, viendo que no hay nadie que
|
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|
medre sino los que le tienen; en el cual el día de hoy vivo y resido a
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|
servicio de Dios y de vuestra merced.
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|
Y es que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciudad se
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|
venden, y en almonedas y cosas perdidas, acompañar los que padecen
|
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|
|
persecuciones por justicia y declarar a voces sus delitos: pregonero,
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|
hablando en buen romance{, en el cual oficio un día que ahorcábamos un
|
||
|
|
apañador en Toledo y llevaba una buena soga de esparto, conocí y caí en
|
||
|
|
la cuenta de la sentencia que aquel mi ciego amo había dicho en
|
||
|
|
Escalona, y me arrepentí del mal pago que le di por lo mucho que me
|
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|
|
enseñó, que, después de Dios, él me dio industria para llegar al estado
|
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|
|
que ahora estó.}
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|
|
Hame sucedido tan bien, yo le he usado tan fácilmente, que casi todas
|
||
|
|
las cosas al oficio tocantes pasan por mi mano: tanto que en toda la
|
||
|
|
ciudad el que ha de echar vino a vender o algo, si Lázaro de Tormes no
|
||
|
|
entiende en ello, hacen cuenta de no sacar provecho.
|
||
|
|
|
||
|
|
En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de
|
||
|
|
mi persona el señor arcipreste de Sant Salvador, mi señor, y servidor y
|
||
|
|
amigo de vuestra merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme
|
||
|
|
con una criada suya; y visto por mí que de tal persona no podía venir
|
||
|
|
sino bien y favor, acordé de lo hacer.
|
||
|
|
|
||
|
|
Y así me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido; porque,
|
||
|
|
allende de ser buena hija y diligente, servicial, tengo en mi señor
|
||
|
|
acipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da en veces al pie
|
||
|
|
de una carga de trigo, por las Pascuas su carne, y cuando el par de los
|
||
|
|
bodigos, las calzas viejas que deja; e hízonos alquilar una casilla par
|
||
|
|
de la suya. Los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa.
|
||
|
|
Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir,
|
||
|
|
diciendo no sé qué, y sí sé qué, de que veen a mi mujer irle a hacer la
|
||
|
|
cama y guisalle de comer. Y mejor les ayude Dios que ellos dicen la
|
||
|
|
verdad;{ aunque en este tiempo siempre he tenido alguna sospechuela y
|
||
|
|
habido algunas malas cenas por esperalla algunas noches hasta las
|
||
|
|
laudes y aún más, y se me ha venido a la memoria lo que mi amo el ciego
|
||
|
|
me dijo en Escalona estando asido del cuerno; aunque de verdad siempre
|
||
|
|
pienso que el diablo me lo trae a la memoria por hacerme malcasado, y
|
||
|
|
no le aprovecha} porque, allende de no ser ella mujer que se pague
|
||
|
|
destas burlas, mi señor me ha prometido lo que pienso cumplirá. Que él
|
||
|
|
me habló un día muy largo delante della, y me dijo:
|
||
|
|
|
||
|
|
"Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas, nunca
|
||
|
|
medrará. Digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en
|
||
|
|
mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya, y
|
||
|
|
esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a
|
||
|
|
lo que te toca, digo a tu provecho."
|
||
|
|
|
||
|
|
"Señor -le dije-, yo determiné de arrimarme a los buenos. Verdad es que
|
||
|
|
algunos de mis amigos me han dicho algo deso, y aun, por más de tres
|
||
|
|
veces me han certificado que, antes que comigo casase, había parido
|
||
|
|
tres veces, hablando con reverencia de V.M., porque está ella delante."
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|
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|
|
Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí, que yo pensé la casa se
|
||
|
|
hundiera con nosotros, y después tomóse a llorar y a echar maldiciones
|
||
|
|
sobre quien comigo la había casado, en tal manera que quisiera ser
|
||
|
|
muerto antes que se me hobiera soltado aquella palabra de la boca. Mas
|
||
|
|
yo de un cabo y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos que cesó
|
||
|
|
su llanto, con juramento que le hice de nunca más en mi vida mentalle
|
||
|
|
nada de aquello, y que yo holgaba y había por bien de que ella entrase
|
||
|
|
y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad. Y
|
||
|
|
así quedamos todos tres bien conformes. Hasta el día de hoy, nunca
|
||
|
|
nadie nos oyó sobre el caso; antes, cuando alguno siento que quiere
|
||
|
|
decir algo della, le atajo y le digo:
|
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|
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|
|
"Mirá: si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo
|
||
|
|
por mi amigo al que me hace pesar; mayormente si me quieren meter mal
|
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|
con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más
|
||
|
|
que a mí. Y me hace Dios con ella mil mercedes y más bien que yo
|
||
|
|
merezco; que yo juraré sobre la hostia consagrada que es tan buena
|
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|
|
mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Quien otra cosa me
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||
|
|
dijere, yo me mataré con él."
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|
Desta manera no me dicen nada, y yo tengo paz en mi casa.
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|
Esto fue el mesmo año que nuestro victorioso Emperador en esta insigne
|
||
|
|
ciudad de Toledo entró y tuvo en ella cortes, y se hicieron grandes
|
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|
regocijos, como vuestra merced habrá oído. Pues en este tiempo estaba
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|
en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna{, de lo que de
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|
aquí adelante me sucediere avisaré a vuestra merced.}
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End of the Project Gutenberg EBook of La vida de Lazarillo de tormes y de
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sus fortunas y adversidades, by Unknown
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*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA VIDA DE LAZARILLO DE ***
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http://www.gutenberg.org/3/2/320/
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Produced by an anonymous Project Gutenberg volunteer.
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Updated editions will replace the previous one--the old editions
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will be renamed.
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Creating the works from public domain print editions means that no
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one owns a United States copyright in these works, so the Foundation
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(and you!) can copy and distribute it in the United States without
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permission and without paying copyright royalties. Special rules,
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set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to
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copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to
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protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project
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Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
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charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you
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do not charge anything for copies of this eBook, complying with the
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rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose
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such as creation of derivative works, reports, performances and
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research. They may be modified and printed and given away--you may do
|
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|
practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is
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subject to the trademark license, especially commercial
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redistribution.
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*** START: FULL LICENSE ***
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THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
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PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK
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To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free
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distribution of electronic works, by using or distributing this work
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(or any other work associated in any way with the phrase "Project
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Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project
|
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Gutenberg-tm License (available with this file or online at
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http://gutenberg.org/license).
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Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm
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electronic works
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1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm
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electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to
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|
|
and accept all the terms of this license and intellectual property
|
||
|
|
(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all
|
||
|
|
the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy
|
||
|
|
all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession.
|
||
|
|
If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the
|
||
|
|
terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or
|
||
|
|
entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8.
|
||
|
|
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|
1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be
|
||
|
|
used on or associated in any way with an electronic work by people who
|
||
|
|
agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few
|
||
|
|
things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works
|
||
|
|
even without complying with the full terms of this agreement. See
|
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|
|
paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
|
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|
|
and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
|
||
|
|
works. See paragraph 1.E below.
|
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|
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|
|
1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
|
||
|
|
or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
|
||
|
|
collection are in the public domain in the United States. If an
|
||
|
|
individual work is in the public domain in the United States and you are
|
||
|
|
located in the United States, we do not claim a right to prevent you from
|
||
|
|
copying, distributing, performing, displaying or creating derivative
|
||
|
|
works based on the work as long as all references to Project Gutenberg
|
||
|
|
are removed. Of course, we hope that you will support the Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by
|
||
|
|
freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of
|
||
|
|
this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with
|
||
|
|
the work. You can easily comply with the terms of this agreement by
|
||
|
|
keeping this work in the same format with its attached full Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm License when you share it without charge with others.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern
|
||
|
|
what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in
|
||
|
|
a constant state of change. If you are outside the United States, check
|
||
|
|
the laws of your country in addition to the terms of this agreement
|
||
|
|
before downloading, copying, displaying, performing, distributing or
|
||
|
|
creating derivative works based on this work or any other Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning
|
||
|
|
the copyright status of any work in any country outside the United
|
||
|
|
States.
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||
|
|
|
||
|
|
1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg:
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate
|
||
|
|
access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently
|
||
|
|
whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the
|
||
|
|
phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project
|
||
|
|
Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed,
|
||
|
|
copied or distributed:
|
||
|
|
|
||
|
|
This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
|
||
|
|
almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
|
||
|
|
re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
|
||
|
|
with this eBook or online at www.gutenberg.org
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived
|
||
|
|
from the public domain (does not contain a notice indicating that it is
|
||
|
|
posted with permission of the copyright holder), the work can be copied
|
||
|
|
and distributed to anyone in the United States without paying any fees
|
||
|
|
or charges. If you are redistributing or providing access to a work
|
||
|
|
with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the
|
||
|
|
work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1
|
||
|
|
through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the
|
||
|
|
Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or
|
||
|
|
1.E.9.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted
|
||
|
|
with the permission of the copyright holder, your use and distribution
|
||
|
|
must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional
|
||
|
|
terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked
|
||
|
|
to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the
|
||
|
|
permission of the copyright holder found at the beginning of this work.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
License terms from this work, or any files containing a part of this
|
||
|
|
work or any other work associated with Project Gutenberg-tm.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this
|
||
|
|
electronic work, or any part of this electronic work, without
|
||
|
|
prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with
|
||
|
|
active links or immediate access to the full terms of the Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm License.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary,
|
||
|
|
compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any
|
||
|
|
word processing or hypertext form. However, if you provide access to or
|
||
|
|
distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than
|
||
|
|
"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version
|
||
|
|
posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org),
|
||
|
|
you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a
|
||
|
|
copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon
|
||
|
|
request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other
|
||
|
|
form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
License as specified in paragraph 1.E.1.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying,
|
||
|
|
performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works
|
||
|
|
unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing
|
||
|
|
access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided
|
||
|
|
that
|
||
|
|
|
||
|
|
- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from
|
||
|
|
the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method
|
||
|
|
you already use to calculate your applicable taxes. The fee is
|
||
|
|
owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he
|
||
|
|
has agreed to donate royalties under this paragraph to the
|
||
|
|
Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments
|
||
|
|
must be paid within 60 days following each date on which you
|
||
|
|
prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax
|
||
|
|
returns. Royalty payments should be clearly marked as such and
|
||
|
|
sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the
|
||
|
|
address specified in Section 4, "Information about donations to
|
||
|
|
the Project Gutenberg Literary Archive Foundation."
|
||
|
|
|
||
|
|
- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies
|
||
|
|
you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he
|
||
|
|
does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
License. You must require such a user to return or
|
||
|
|
destroy all copies of the works possessed in a physical medium
|
||
|
|
and discontinue all use of and all access to other copies of
|
||
|
|
Project Gutenberg-tm works.
|
||
|
|
|
||
|
|
- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any
|
||
|
|
money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the
|
||
|
|
electronic work is discovered and reported to you within 90 days
|
||
|
|
of receipt of the work.
|
||
|
|
|
||
|
|
- You comply with all other terms of this agreement for free
|
||
|
|
distribution of Project Gutenberg-tm works.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
electronic work or group of works on different terms than are set
|
||
|
|
forth in this agreement, you must obtain permission in writing from
|
||
|
|
both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael
|
||
|
|
Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the
|
||
|
|
Foundation as set forth in Section 3 below.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable
|
||
|
|
effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread
|
||
|
|
public domain works in creating the Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic
|
||
|
|
works, and the medium on which they may be stored, may contain
|
||
|
|
"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or
|
||
|
|
corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual
|
||
|
|
property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a
|
||
|
|
computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by
|
||
|
|
your equipment.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right
|
||
|
|
of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project
|
||
|
|
Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project
|
||
|
|
Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all
|
||
|
|
liability to you for damages, costs and expenses, including legal
|
||
|
|
fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT
|
||
|
|
LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE
|
||
|
|
PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE
|
||
|
|
TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE
|
||
|
|
LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR
|
||
|
|
INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH
|
||
|
|
DAMAGE.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a
|
||
|
|
defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can
|
||
|
|
receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a
|
||
|
|
written explanation to the person you received the work from. If you
|
||
|
|
received the work on a physical medium, you must return the medium with
|
||
|
|
your written explanation. The person or entity that provided you with
|
||
|
|
the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a
|
||
|
|
refund. If you received the work electronically, the person or entity
|
||
|
|
providing it to you may choose to give you a second opportunity to
|
||
|
|
receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy
|
||
|
|
is also defective, you may demand a refund in writing without further
|
||
|
|
opportunities to fix the problem.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth
|
||
|
|
in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER
|
||
|
|
WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO
|
||
|
|
WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
|
||
|
|
warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages.
|
||
|
|
If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the
|
||
|
|
law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be
|
||
|
|
interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by
|
||
|
|
the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any
|
||
|
|
provision of this agreement shall not void the remaining provisions.
|
||
|
|
|
||
|
|
1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
|
||
|
|
trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
|
||
|
|
providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance
|
||
|
|
with this agreement, and any volunteers associated with the production,
|
||
|
|
promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works,
|
||
|
|
harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
|
||
|
|
that arise directly or indirectly from any of the following which you do
|
||
|
|
or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
|
||
|
|
Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
|
||
|
|
|
||
|
|
|
||
|
|
Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
|
||
|
|
|
||
|
|
Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
|
||
|
|
electronic works in formats readable by the widest variety of computers
|
||
|
|
including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
|
||
|
|
because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
|
||
|
|
people in all walks of life.
|
||
|
|
|
||
|
|
Volunteers and financial support to provide volunteers with the
|
||
|
|
assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
|
||
|
|
goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
|
||
|
|
remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
|
||
|
|
Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
|
||
|
|
and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
|
||
|
|
To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
|
||
|
|
and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
|
||
|
|
and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
|
||
|
|
|
||
|
|
|
||
|
|
Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
|
||
|
|
Foundation
|
||
|
|
|
||
|
|
The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
|
||
|
|
501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
|
||
|
|
state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
|
||
|
|
Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
|
||
|
|
number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
|
||
|
|
http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
|
||
|
|
Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
|
||
|
|
permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
|
||
|
|
|
||
|
|
The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
|
||
|
|
Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
|
||
|
|
throughout numerous locations. Its business office is located at
|
||
|
|
809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
|
||
|
|
business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
|
||
|
|
information can be found at the Foundation's web site and official
|
||
|
|
page at http://pglaf.org
|
||
|
|
|
||
|
|
For additional contact information:
|
||
|
|
Dr. Gregory B. Newby
|
||
|
|
Chief Executive and Director
|
||
|
|
gbnewby@pglaf.org
|
||
|
|
|
||
|
|
|
||
|
|
Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
|
||
|
|
Literary Archive Foundation
|
||
|
|
|
||
|
|
Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
|
||
|
|
spread public support and donations to carry out its mission of
|
||
|
|
increasing the number of public domain and licensed works that can be
|
||
|
|
freely distributed in machine readable form accessible by the widest
|
||
|
|
array of equipment including outdated equipment. Many small donations
|
||
|
|
($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
|
||
|
|
status with the IRS.
|
||
|
|
|
||
|
|
The Foundation is committed to complying with the laws regulating
|
||
|
|
charities and charitable donations in all 50 states of the United
|
||
|
|
States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
|
||
|
|
considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
|
||
|
|
with these requirements. We do not solicit donations in locations
|
||
|
|
where we have not received written confirmation of compliance. To
|
||
|
|
SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
|
||
|
|
particular state visit http://pglaf.org
|
||
|
|
|
||
|
|
While we cannot and do not solicit contributions from states where we
|
||
|
|
have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
|
||
|
|
against accepting unsolicited donations from donors in such states who
|
||
|
|
approach us with offers to donate.
|
||
|
|
|
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|
|
International donations are gratefully accepted, but we cannot make
|
||
|
|
any statements concerning tax treatment of donations received from
|
||
|
|
outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
|
||
|
|
|
||
|
|
Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
|
||
|
|
methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
|
||
|
|
ways including checks, online payments and credit card donations.
|
||
|
|
To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
|
||
|
|
|
||
|
|
|
||
|
|
Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
|
||
|
|
works.
|
||
|
|
|
||
|
|
Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
|
||
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concept of a library of electronic works that could be freely shared
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with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
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Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
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Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
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editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
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unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
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keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
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Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
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http://www.gutenberg.org
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This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
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including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
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Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
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subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
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